Adiós a El Ancla

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Último día del Bar El Ancla. Foto:JBG

Hoy miércoles debuto oficialmente en “El Diario de Triana”, en la sección “El ombligo de Triana”. Si Dios quiere, todas las semanitas estaré aquí con vosotros. Y para el primer día, antes de que se pase el arroz, me gustaría hacer hincapié y resaltar una parte importatísima de Triana, que nos dice adiós de manera indefinida, se cierra para siempre.

          El pasado sábado 29 de agosto, no solamente era el último día del mes de vacaciones, también cerraba sus puertas el emblemático Bar El Ancla, en la trianera calle Pagés del Corro, 43. Indiscutible cuna trianera de artistas, de aire flamenco en su mayoría (guitarristas, cantantes, bailaores y compositores), pintores, ceramistas, periodistas o escritores.

          Ese día, como hacía habitualmente, me dirigí sobre las 13:30 a El Ancla, a participar de la tertulia flamenca de todos los sábados. Estaba un poco tristón, porque era una época muy bonita la que se iba a despedir. Grandes recuerdos, que no van a morir nunca, pero siempre se echará de menos, a ese pequeño establecimiento de reducidas dimensiones y enorme en todo el arte que allí se ha respirado, siendo un servidor, muy afortunado de haber vivido eso.

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Manolo el del Ancla se jubila. Foto: JBG

          Don Manuel Sánchez Pérez, conocido por Manolo el del Ancla, culpable de haber abierto hace 31 años, ojo al dato, también un 29 de agosto, el Bar El Ancla, puso el cerrojo a una intensa vida detrás del mostrador, que sin su forma de ser, su saber estar, su simpleza, profesionalidad y grandísimo corazón, jamás habría perdurado el arte durante años. Sólo sus amigos sabíamos la triste noticia de su jubilación, pero Manolo nunca lo ha querido pregonar de manera oficial, queriendo casi esperar al día del desenlace final. Vuelvo a repetirlo, un servidor, se siente muy afortunado de haber vivido esto.

          Creo que fui uno de los últimos “fichajes” en la famosa  tertulia flamenca de los sábados, por no decir el último. Quizás era el más joven de todos, que más da, el arte no tiene edad en el calendario, pero jamás me perdonaría, no haber compartido dos horitas semanales con ese elenco tan selecto, que un día, gracias al entrañable Ángel Vela, me invitaron a participar como uno más. Lo que he aprendido, ya no me lo va a quitar nadie, eso está clarísimo. No puedo citar a todos los artistas con los que me he codeado, pues seguro, me olvidaría de bastantes, porque han sido muchos.

          Volviendo al último día, como siempre, a la hora del siempre apetecible aperitivo, el local presentaba un lleno absoluto, siendo eso casi habitual cada sábado. Lo curioso, es que era el final de las vacaciones para casi todos, el último fin de semana de agosto, pues algunos, varios, suprimieron la playita por estar en la despedida de El Ancla. Jornada que se aprovechó también, para acabar de organizar, el entierro del genial Bari de Triana, fallecido unos días antes.

          El Ancla ha pasado directamente, sin más dilación, a la historia de Triana, sin ningún pero, ni duda alguna, por supuesto. Volviendo a citar a mi amigo Ángel Vela, reseñaba no hace mucho, que: “en El Ancla, se han fraguado ideas que fructificaron en libros, homenajes, ciclos de charlas, exposiciones… Nunca en la historia de Triana un lugar tan reducido ha significado tanto”.

          Es muy posible, que las  tertulias flamencas de los sábados, continúe en un nuevo local en El Porvenir, dónde se ponga la nueva “sede”, siendo Manolo el del Ancla, pieza imprescindible, pero desde el otro lado de la barrera.

Jorge Benítez Govantes


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