La calle Castilla, inicio del arrabal musulmán

Calle Castilla, Triana

Una vez que salgáis del Callejón de la Inquisición os encontraréis por fin ante el casi kilómetro de longitud que abarca la calle Castilla, que nace justo en este lugar.

A pesar de que todos los historiadores coinciden en señalar que esta calle fue el punto inicial donde se originó el arrabal musulmán y por donde se expandió el barrio, lo primero que veréis en ella, al levantar la vista, será la moderna Torre Sevilla, indiscreto vigía que parece querer colarse en la historia de esta calle y de Triana.

Se trata del rascacielos más alto de Andalucía, diseñado por el arquitecto argentino Cesar Pelli en la zona que ocupara la Puerta Triana de la Expo 92. La visión de sus 180,5 metros de altura, de sus 37 plantas y de su fachada de acero y cristal no deja de extrañar al verlas embutidas en la zona más antigua de Triana.

La calle Castilla siempre había sido el camino de Castilleja y de Camas, aunque también se le conoció como Camino Real por ser el utilizado por los reyes para entrar en la ciudad, como hizo Felipe V en el año 1729 o Carlos IV en 1796.

En este tramo inicial se extendían en el siglo XIII a ambos lados extensas huertas de cultivo así como las viviendas de los hortelanos y el embrión de los que después sería la Real Fábrica de Jabón. El Castillo de la Inquisición debió influir para que no se edificaran demasiadas viviendas en ella. Incluso lindaba con una de sus torres, la conocida como de San Jerónimo, donde se situaba la cámara del tormento.

Aunque con la construcción del mercado en el siglo XIX todo cambió, adquiriendo la calle el carácter comercial que ha perdurado hasta nuestros días, así como nuevas fábricas como las de almidón y pólvora. Durante mucho tiempo fue lugar de fondas y paradas de corsarios, entre las que existió hasta no hace demasiado Casa Quidiello, que recuerdan bien los mayores del barrio porque alquilaba sillas de eneas. La casa número 3 aún conserva el aire del que fuera popular Parador de las Bocas, donde solían alojarse en los años cuarenta y cincuenta algunos futbolistas del Sevilla FC venidos de fuera, como era el caso del portero José María Busto.

Félix González de León nos recuerda en su Noticias Históricas como era la calle Castilla en el año 1839:

Es tan hermosa esta calle, por su estencion, rectitud y diafanidad que pone en dudas las que se han nombrado buenas de éste barrio, y de toda la Ciudad, si será esta la mejor. Estaba descuidada, desempedrada y sucia pero el Señor Asistente Arjona venciendo mil dificultades, hizo derribar porción de Portalillos que havia, indecentes y que afeaban su hermoso aspecto. La hizo baldozar y empedrar; por manera que ha quedado diáfana sin ningún rincón ni saliente.

De finales del siglo XIX aún quedan viviendas, alternándose con edificios regionalistas y nuevas edificaciones del siglo XX, presentando locales comerciales en la mayoría de sus bajos.

Ángel Vela nos resume magistralmente la evolución de esta calle:

Nuestra protagonista fue nada menos que jabonera real en su juventud. Laboriosa y tímida, permaneció tan cerca de los alaridos del Castillo de la Inquisición que durante siglos no consiguió deshacerse de su tétrica sombra. Al acabarse el jabón se hizo polvorista, oficio que dejó porque su corazón ya estaba bastante castigado de sustos. Fue entonces cuando se estableció de comerciante, dedicándose en sus ratos libres a reunir corrales de los que consiguió la mejor colección de toda Sevilla. Y así vivió muchos y buenos años.

El nuevo paso a la altura de Chapina que unía Triana con Sevilla por una cómoda avenida, el traslado del mercado durante once años a la calle Alfarería para construir el nuevo y los cambios en los hábitos de compra de los vecinos, hicieron perder su importancia a esta ancestral calle, que sin embargo aún revive en Semana Santa y en los días previos al Rocío como foco de atracción de los trianeros.

Continuará.

José Javier Ruiz,  del libro “Callejeos por Triana”

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