La cruz y el árbol de San Jacinto

Cruz de San Jacinto
Triana
La Cruz de San Jacinto

Paseando con mi perro Bubu por las calles de Triana, y respirando el olor a oportunidad que ofrece cada mañana; miré el grandioso árbol que en la Iglesia de San Jacinto ahí plantado en el patio delantero, cuyas raíces exteriores se hacen visible y se retuercen desde el tronco hacia abajo.

Lo frondoso de su copa hace apenas visible su bonita y esbelta portada barroca, con dos retablos cerámicos exteriores: uno dedicado a la Virgen de Fátima, en su aparición a los pastorcitos que le miran con asombrosa veneración, y en el lateral derecho de la fachada de entrada, aparece uno dedicado a la siempre presente en su calle San Jacinto, la Virgen de la Estrella. 

Posiblemente este árbol fue plantado hace cien años, algunos dicen que más, pese a su longeva vida hunde sus profundas raíces ocultas, penetrando vigorosas en la tierra y levantando las losas del suelo convirtiéndolo en un enlosado desigual. Sin embargo, no es impedimento para que los devotos creyentes asistan a los oficios religiosos, que allí celebran la orden de los dominicos que la regenta.

La Cruz de San Jacinto Foto: Santiago Martín Moreno
La Cruz de San Jacinto. Foto: Santiago Martín Moreno

Junto a este coloso de la naturaleza, aparece una Cruz de Piedra, alzada sobre un pedestal, también de galgas, que normalmente podríamos decir que es alta, pero queda empequeñecida por la majestuosa presencia  del árbol. 

Está muy próxima a una de las esquinas que conforma la cerca de ladrillos y forja, que refugian y protegen junto con el  patio el frontispicio  de la Iglesia.

Entre los ladrillos que sirven de pie a la reja clavada en ellos, aparecen en el exterior azulejos salpicados con escenas de lugares de Triana y Sevilla. Estos azulejos pintados en azul, de ahí le viene la denominación, se adivina, que fueron pintados con rápida maestría; donde se muestra más la habilidad, que la minuciosidad del artista ceramista que los realizó.

San jacinto (3)

Se tiene la sospecha cierta  que bajo esta Cruz, se produjeron muchos enterramientos de personas víctimas de las epidemias. ¿ Será por eso, que se ha elevado tanto al cielo reclamando presencia? No lo sé. Si sé que la vida se transmite de un ser a otro en nuestro planeta. Cuando algo muere, algo nace.

En Triana, el pasado nunca se aleja mucho, por años o inclusive siglos que hayan transcurrido. En la andadura de cualquier paseo intrascendente  te encuentras trozos de historias, que en Triana, están escritas con hazañas y tramos de  humanidad de personas, personajes y personalidades que la habitaron. Un barrio con una identidad, que reivindica una forma de vivir y un estilo propio.

A veces se comenta que siempre se remite su imagen al Puente, la Iglesia de Santa Ana, el Cachorro, la Esperanza, la Estrella, la cerámica, el flamenco etc… Cierto es que la rutina nos repite, pero debo decir que también nos confirma en lo que somos. Porque el rodar de los tiempos no borra jamás, aquellos recuerdos que llegan a nuestra esencia íntima.

Triana es una sustancia, un pensamiento poético.

José Manuel Piñero.

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