La Poesía Cofrade de Antonio Vázquez Bayón a la Virgen del Patrocinio

Una semana más nuestro querido poeta cofrade vuelve a encogernos el corazón pero esta vez rezando con el alma a la Señorita de Triana.

CONSUÉLAMELA, SEVILLA…

Semana de Pasión en Sevilla. Es tarde del viernes santo que poco a poco va cediendo ante el crepúsculo nocturno. La luna, los ángeles, los queribunes y el río se han vestido de mantilla con blondas negras; pues todo se estremece con dolor a lo que muy pronto acontece.
Todos se dan cita en el puente, porque ya de lejos viene Cristo agonizando en el Calvario, Gitano de eterno males.
Parece que en el madero de la Cruz quisiera abrir sus brazos para intentar abrazar a todo el pueblo que lo acompaña fielmente.
A lo lejos, llorando sin consuelo, se realza la figura de la Torre del Oro mientras divisa el cuerpo del Señor que busca el Consuelo del Padre eterno entre los astros del Cielo que se asoman para verle. »¿Por qué lloras, torre dorada y bonita?¿Qué mal te ocurre para que estés así?…» »Lloro por desolada, lloro por desdichada, porque me hicieron los moros y no me pusieron campanas para anunciar al pueblo que llega Cristo dolorido en el madero, pidiendo perdón a Dios por nuestros pecados y faltas».
Y mientras avanza adentrándose por las calles de la ciudad, nadie puede olvidar la persona tan importante que viene detrás.
Sin éxito, esta bella Dama intenta por todos los medios alcanzar el dorado barroco de las andas de su Hijo moribundo, para estar a su vera antes de que expire su último aliento. Cuanta belleza descansa en su Mirada… es tanta su aflicción que ya, por mucho que quiera no puede derramar por sus mejillas ni una lágrima más mientras camina bajo un techo bordado con dulzura oriental.
¡Ay, Señora! De todas la de carita de Niña, aunque siendo de las más antiguas del barrio, dicen que tiene andares de »Señorita»…
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Brindan las copas de los naranjos,
que tanto oyeron hablar de ti,
y las golondrinas admiran tu belleza,
al verte salir.
Y al son de las trompetas,
emoción y piropo celestial,
con humilde forma,
este poeta te viene a rezar.
Pues en lo profundo de mi corazón,
donde nadie pudo llegar,
te llevo Patrocinio,
presidiendo un altar.
De lo poco que tuviera,
te lo doy, mío no es,
pues todo es poco,
para poderte ver.
Nunca te olvides de aquellos,
que ese viernes iluminaban tu sendero,
hoy están en la gloria eterna,
bajo tu Patrocinio sereno.
Y desde el Madero se oye a tu Hijo,
rezando por bulerías,
»Mi Madre viene detrás,
por favor…,
CONSUÉLAMELA, SEVILLA».
 
Antonio Vázquez Bayón
Manuel Canela Fraile


 







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