La soleá del reloj del Altozano

Soleá del guitarrista Ricardo Miño, compuesta para el Reloj del Puente de Triana. 2014

El dilema del reloj del Altozano. Breve historia…

Como reza una placa que redacté sobre el reloj público del llamado edificio «El Faro» para que luciera en la que fue estación de la compañía de vapores Sevilla-Sanlúcar-Mar, placa -mejor, plaquita- que apenas puede leerse, este desgraciado cronos existe desde hace 91 años, algunos más del señor que -dicen- cursó una denuncia por su «insoportable ruido» desde las diez de la mañana a las diez de la noche, y del funcionario de Medio Ambiente, por orden de no se sabe quien, que sirvió de verdugo, de algo que, con su carrillón flamenco a la grata medida de un barrio universal, se convirtió en un acontecimiento popular.
Cuando Paco Arcas ejerció de concejal delegado, fue reparado después de descansar en el olvido y hasta se celebraron fiestas de fin de año con sus campanadas. Luego, volvió a averiarse hasta que un grupo de vecinos convenció a Isabel Guerra Librero a que se preocupara de revivirlo: al poco, nueva averiá y nuevo olvido… La maquinaria se hallaba en un cuartillo de trastos del bar. Más de una vez se habló de dotarlo de un toque de identidad, al estilo del cordobés de la Plaza de las Tendillas, y este sueño, al fin, se hizo realidad después de una minuciosa puesta a punto de lo que fue un símbolo de la Triana-pueblo de tiempo atrás. Ricardo Miño creó un toque por soleá admirable y el delegado Curro Pérez, bien secundado por Manolo Alés, propiciaron una feliz mañana en la que fuimos al Altozano a escuchar su estreno y brindamos gozosos.
Y ya saben la actualidad del asunto. Ahora ni los nuevos mandantes ni la única asociación que se ha atrevido a preguntar por el «estado de la nación» se acuerdan de él. Y sabemos el «amor» con el que suelen tratan los logros del grupo antagónico los que acceden a los sillones dorados. ¿Y qué se puede hacer? Lo que Triana diga…

Ángel Vela Nieto

 

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