
Mi querida Triana…
Ya pasó el duelo para un cristiano, atrás quedó el recuerdo de la semana que más brilla en Sevilla. Una semana más de luto ennegrecido por tanta muerte a nuestras espaldas. Una semana más enrejados en ventanas, balcones y azoteas, saludando a la vida muda, afónica de ruido humano y tantas emociones achicadas por la pena.
Ya partió una Semana Santa tan distinta como intima, intransferible, inimitable, en soledad, a vivirla en tristeza, pero no hay lluvia que no termine en sol, mi Triana, pues doy fe que aquellos que por bandera agitan postrándose ante su Dios con su creencia, esperanza, fidelidad, certidumbre, confianza, convicción, convencimiento y credo, serán recompensados. Seres humanos que les sostiene su fe y que, aunque estos días no hayan podido acercarse a Él/Ella físicamente, Él está en ellos fortaleciendo su voluntad.
No ha habido extenuación ni fatiga, ni copas de anís ni calentitos, como leí ayer para templar el cansancio de una Madrugá donde revientan, crecen, vuelan, las emociones más hondas, recónditas y personales. No ha habido lluvia de pétalos de rosas, buganvillas o claveles, sobre nuestras Vírgenes…, Mi Esperanza se quedó sin su petalá en Pureza y O’Donnell…, pero sí ofrendas mudas en la puerta de una iglesia, de una capilla. Tampoco resonó en nuestros corazones ese sonido en directo de La Amargura, Coronación de la Macarena, Pasan los campanilleros, Soleá dame la mano, Rocío, La Madrugá, ni tantas otras… Solo el silbido del recuerdo, del deseo, sonó en la paz, sosiego, tranquilidad, calma, y reposo de este barrio llamado Triana.
Santísima de la o, Jesús nazareno, Cachorro ni nuestra Madre Señora del Patrocinio, Jesús de las Penas ni La estrella de Sevilla, San Gonzalo, Cigarreras, ni Pasión y Muerte…, ninguna. Todas ellas recluidas en sus altares celebrando una Semana Santa distinta, muy distinta de templos cerrados, pero, igualmente sentida por tanto corazón abierto a su fe.
Mi Triana bonita, abre tus ventanas y balcones, hoy es Pascua de Resurrección. Que se vea tu sonrisa, que se note que ahí estás, que se sienta lo bello que es vivir, luchar y alcanzar un deseo en esa Triana que nunca sucumbe.
Ángeles Cantalapiedra, escritora
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