Y entramos en una zona de Triana en la que paseamos por los recuerdos de lo que una vez existió

Callejeos por Triana

Nuestros Callejeos nos obligan a dejar para después el tramo final de la calle Alfarería

Nuestros Callejeos nos obligan a dejar para después el tramo final de la calle Alfarería, donde aún existe en activo el último taller, y seguir por la nueva que aparece un poco más adelante a vuestra derecha. Vía formada por dos edificio de reciente construcción erigidos sobre los terrenos de un antiguo tejar y de un mítico cine de verano, nos permitirá llegar hasta la antigua Cava Alta. En proyecto queda el tramo que debía empezar a vuestra izquierda que llegaría hasta la calle Castilla.

Llegados a este punto es necesario advertir que entramos en una zona de Triana en la que, por desgracia, pasearemos más por los recuerdos de lo que una vez existió que por lo que hoy todavía existe.

Y comenzaremos por recordar el Cine Avenida, uno de esos lugares mágicos que se quedan en el alma de aquellos afortunados que tuvieron ocasión de conocerlo antes de su definitivo cierre en el año 2001.

Lo inauguraron tras la Guerra Civil los empresarios Salvador y Manuel Bajuelo y tenía una capacidad para unas ochocientas personas. Durante sus muchos años de existencia llegó a aglutinar delante de su gran pantalla a generaciones de trianeros que pudieron soñar viendo míticas películas donde Romy Schneider, Liz Taylor o Carol Lynley los llevaban a otros mundos de héroes, villanos y amores fabulosos. Las azoteas que estaban orientadas hacia el telón se llenaban de vecinos que colocaban sus sillas emocionados y satisfechos de la suerte que tenían de poder ver las películas de balde. Abajo, en el patio de butacas, los “pudientes” se dejaban envolver por los pregones de los que vendían helados, agua o chucherías mientras comían pipas de calabaza, altramuces, cotufas e incluso higos chumbos.

Paco Solís nos dejó sus recuerdos del Cine Avenida en un artículo publicado en la Revista Triana del verano de 2015. Este es uno de sus párrafos:

 

El telón se subía todas las tardes, como una media hora antes de abrir las taquillas. Se izaba por medio de seis carruchas colocadas en los extremos de seis mástiles anclados fuerte y profundamente al suelo y era toda una ceremonia para los asistentes (…)

Cuando se terminaba la segunda función el telón se bajaba y se guardaba en el cajón, cubriéndose con tableros, para protegerlo del polvo y las inclemencias del tiempo.

La crisis llegada de la mano de los videoclubes y de la especulación del suelo acabó con este entrañable cine de barrio como con tantos otros, a pesar de las miles de firmas que el vecindario recogió para evitar su cierre.

Así que caminad por donde una vez estuviera la gran pantalla del Cine Avenida, sus cientos de sillas y su selecta nevería siguiendo la nueva calle dedicada a Nuestro Padre Jesús Nazareno hasta llegar a la calle Pagés del Corro, a su parte más antigua, uno de los tramos de aquel foso defensivo musulmán que rodeaba la Triana primitiva.

Su evolución la describe Manuel Macías en su libro El Caserío de la siguiente forma:

A través del tiempo y tras la conquista, el foso se fue cegando sobre todo en el recorrido de Chapina a San Jacinto por la extensión de las calles de Castilla y Barrionuevo, y también por el deseo de eliminar el brazo de río que falto de agua se había convertido en vertedero de basuras y desperdicios para resultar lugar insalubre y peligroso. De esta forma surgió la Caba Vieja o Caba Alta, tramo que como hemos dicho iba desde Chapina a San Jacinto en la que una de sus aceras era la trasera a la acera izquierda de la calle Alfarería, ocupándose la otra por huertas y tejares.

 

La Cava debió ser un lugar indeseable durante el siglo XIX y de esa forma nos lo recuerda Feliz González de León, que como ya se dijo, realizó en el año 1839 unos particulares callejeos por Triana en su libro Noticia Histórica del origen de los nombres de las calles de esta ciudad de Sevilla, aunque en sentido contrario a nosotros, por lo que llega a la Cava desde San Jacinto:

Siguiendo la calle de la Caba que íbamos observando y dejando un cuartel de Inválidos que hay en ella, porque no tiene nada que ver; sobre la derecha hay varias calles, de malas casas en el aspecto público, pero en ellas y en dichas calles están los hornos y fábrica de Loza, tan celebres como estimadas en otros tiempos. (…) El auge en que estuvieron estas fábricas no es creíble comparado con su estado actual.

Lo que confirma que esta zona límite del barrio estaba muy deprimida y abandonada, incluso la industria de la cerámica que tanto auge tuviera en siglos anteriores estaba en franca decadencia. La transformación urbana que cambió Sevilla a mediados del siglo XIX solamente se notó en esta parte del arrabal por la plantación de un extenso arbolado que recorría toda la Cava, dándole un aire de paseo y definiendo el trazado de la calle al llegar a la zona de tejares, donde era muy difuso.

En 1893, sin embargo, la antigua calle del foso sufrió una importante remodelación urbanizándose en toda su longitud, incluido el tramo más allá de la calle San Jacinto. En agradecimiento al teniente de alcalde del ayuntamiento que promovió esta importante reforma se nombró a la vieja calle con su nombre, Pagés del Corro.

Aunque las necesidades de sus habitantes no debieron cambiar mucho, porque llegado el año 1903, en la acera contraria a la de los alfares, donde ya solo estaban las huertas más extensas, la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, para celebrar la mayoría de edad del rey don Alfonso XIII, fundó la Escuela y Cocina Económica de Nuestra Señora del Rosario, que es el edificio que tenéis enfrente. Justo detrás estuvo el Cine la Huerta en los años veinte así como el primer campo de futbol de Triana del equipo Balompédica Trianera.

Y los maestrantes no tuvieron mejor idea que donarles el comedor y el colegio a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, regalo envenenado que las monjitas aceptaron con agrado y que atienden hasta la fecha con amor y esmero.

Porque el comedor social que es en la actualidad sigue siendo muy necesario en esta parte de Sevilla, atendiendo, a la hora del almuerzo, a unas doscientas personas al día, a las que se les entrega, además, una bolsa con bocadillos y fruta para la cena. Para ello precisan de un grupo de unos ciento cincuenta voluntarios y seis profesionales contratados. Los recursos provienen de la explotación del colegio concertado que regentan la monjas además de las ayudas entregadas por parte del estado, Junta de Andalucía y ayuntamiento, así como por entidades privadas y particulares comprometidos. Pero hay más, porque los usuarios también disponen de duchas, ropero y economato, así como de un departamento de apoyo social que pretende ayudarlos a salir de su precaria situación.

Callejeos por Triana

Antes de abandonar la esquina de la calle Nuestro Padre Jesús Nazareno con Pagés del Corro es el momento de fijar la vista en la placa de azulejos ubicada en ella, colocada por los méritos de sobra conocidos por el lector en recuerdo y como homenaje a Ángel Vela Nieto

…quien, deslumbrado por la grandeza de Triana, trató de divulgar su singularidad para orgullo de los trianeros y provecho de Sevilla.

Callejeos por Triana

Fue encargada y sufragada sin su conocimiento por sus amigos en el año 2004. Aunque no sería hasta diez años después cuando se colocara en esta esquina una noche de julio, siendo inaugurada por el alcalde Juan Ignacio Zoido.

El Tejar del Husillo fue uno de los muchos que hubo en esta parte de Triana, como ya se ha referido. En éste nació Ángel Vela. Según nos refiere, sus progenitores, un matrimonio originario de Lebrija, llegaron a Sevilla atraídos por el trabajo que ofrecían las obras de la Exposición de 1929, y como buen alfarero y cantarero que era, su padre enseguida encontró su sitio en Triana, claro, en este lugar, un antiguo tejar llamado del Husillo, donde llegó a ser maestro alfarero. Aquí nacieron sus ocho hijos, y aquí se crió Ángel Vela, junto a la humedad de las pellas de barro y el calor de los hornos de leña.

El tejar dio paso a una casa de vecino, el Corral de Husillo y a partir de los años cincuenta a un garaje, aunque siguieran viviendo familias en él, como era el caso de los Vela.

Al otro lado de este corral hubo otro que sí ha llegado a nuestros días, restaurado por el ayuntamiento aunque no pueda visitarse, el Corral del Cura.

Cruzad a la acera de las monjitas, como se conoce en el barrio al comedor social y fijaos en los retablos cerámicos de su fachada.

El del la derecha, colocado en el año 2010, es un bello dibujo de María Santísima de la O dedicado por la Tertulia Cofrade Cruz de Carey a las Hijas de la Caridad, madrinas de la Coronación de la Virgen de la O, por su abnegada labor a lo largo de los años a favor de los más necesitados.

El de la izquierda, fue donado por la Peña Trianera en 1999 con motivo de la coronación de la Virgen de la Estrella…

A la Comunidad de religiosas de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl de este comedor de Ntra Sra del Rosario, como muestra de gratitud por su labor diaria para con los más desfavorecidos y por su vinculación con la hermandad de la Estrella con la que mantiene lazos de amistad y cooperación.

 

(Continuará)

José Javier Ruiz, del  libro Callejeos por Triana

 

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Presentación Callejeos por Triana. Segunda parte
Cubierta de Callejeos por Triana. Segunda parte.

 

 

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