Cerámica de Niculoso Pisano en el Monasterio de Santa Paula

Cerámica de Triana

Sigamos buscando cerámica trianera.

Una vez delante del convento de las Jerónimas y de haber admirado el retablo de Santa Paula de Niculoso Pisano accedamos al recinto.

La puerta da acceso a un jardín, a la derecha del cual se encuentra la iglesia de una sola nave, con soberbia portada realizada en los albores del siglo XVI.

La portada, que fue restaurada en 1951, presenta arco apuntado con tres arquivoltas y alternancia de hiladas de ladrillo rojas y amarillas además de una crestería plateresca revestida al igual que la vuelta exterior del vano con azulejería vidriada polícroma.

Cerámica de Triana

Encontramos varias figuras en el conjunto de azulejos fechado en 1504 y firmado por Niculoso Pisano, se trata de querubes, cartelas, grifos, tallos y todo género de seres mitológicos, siendo la primera vez que se utilizan en Sevilla temas de grutescos. En el arranque de la arquivolta, a la derecha podemos leer una inscripción:

“ – NICVLOSO – FRANCISCO – I – TALIANO – ME FECITINELAGNODEI – 15 4.

Fijémonos en los detalles de este paño.

La Natividad. En la cartela central
La Natividad. En la cartela central

En los extremos inferiores encontramos un tondo con Santa Rosa de Viterbo (derecha) y otro con Santa Elena (izquierda)

Santa Rosa de Viterbo observamos como viste el hábito de la orden si bien en colores blancos y negros del que se traslucen grandes nudos símbolo del ascesis de la Orden. La santa que porta rosas en el delantal que lleva entre sus manos como clara referencia al milagro en el que los mendrugos de pan que transportaba se convirtieron en rosas
Santa Rosa de Viterbo observamos como viste el hábito de la orden si bien en colores blancos y negros del que se traslucen grandes nudos símbolo del áscesis de la Orden. La santa que porta rosas en el delantal que lleva entre sus manos como clara referencia al milagro en el que los mendrugos de pan que transportaba se convirtieron en rosas
El tondo de Santa Elena, dispone de un fondo similar en composición y colores al de Santa Paula, si bien más deteriorado. En él la madre del emperador Constantino, se muestra con vestidura morada y toca y cabeza blancas, aparece coronada como corresponde a su dignidad de emperatriz y está también nimbada. Está abrazada a una cruz de color amarillo y en su mano izquierda porta tres clavos azules, todo ello en clara referencia a su papel como buscadora de las reliquias de Cristo y figura clave en la invención de la Cruz.
El tondo de Santa Elena, dispone de un fondo similar en composición y colores al de Santa Paula, si bien más deteriorado. En él la madre del emperador Constantino, se muestra con vestidura morada y toca y cabeza blancas, aparece coronada como corresponde a su dignidad de emperatriz y está también nimbada. Está abrazada a una cruz de color amarillo y en su mano izquierda porta tres clavos azules, todo ello en clara referencia a su papel como buscadora de las reliquias de Cristo.

Inmediatamente encima de éste se muestra el de San Buenaventura y San Antonio de Padua.

Inmediatamente encima de éste se muestra el de San Buenaventura y San Antonio de Padua. Ambos con hábito oscuro, atados con cíngulos blancos de gruesos nudos, aparecen nimbados en color amarillo. El primero de éstos en su mano derecha porta una cruz patada y en su mano izquierda un libro, en alusión a su tratado “Lignum vitae”, el primero de estos símbolos es antecedente de su “crucifijo biblioteca”, que más tarde se convertiría en su distintivo más personal, la mitra episcopal de diversos colores y el capelo cardenalicio en verde terminan de conformar su iconografía.
San Buenaventura y San Antonio de Padua. Ambos con hábito oscuro, atados con cíngulos blancos de gruesos nudos, aparecen nimbados en color amarillo. El primero de éstos en su mano derecha porta una cruz patada y en su mano izquierda un libro, en alusión a su tratado “Lignum vitae”, el primero de estos símbolos es antecedente de su “crucifijo biblioteca”, que más tarde se convertiría en su distintivo más personal, la mitra episcopal de diversos colores y el capelo cardenalicio en verde terminan de conformar su iconografía. San Antonio de Padua, lleva sobre su pecho refulgente la imagen del Niño y con la mano izquierda lleva cerrada una taleguilla de color morado. El fondo representa un cielo claro con toques de azul cobalto y en la zona inferior, justo al centro unas flores en verde y amarillo.

En el lado opuesto y justo encima de Santa Rosa de Viterbo, encontramos el medallón de los santos Cosme y Damián.

Santos Cosme y Damián. Se trata del episodio en el que los santos médicos colocan al sacristán de una iglesia de Roma una pierna, ya que la suya había sido afectada de gangrena. Según la tradición y aunque en el tondo la pierna aparezca blanca, la nueva que colocaron fue amputada al cadáver de un hombre negro, quedando curado después de este hecho pero llevando ya siempre una pierna de cada color.
Santos Cosme y Damián.
Se trata del episodio en el que los santos médicos colocan al sacristán de una iglesia de Roma una pierna, ya que la suya había sido afectada de gangrena. Según la tradición y aunque en el tondo la pierna aparezca blanca, la nueva que colocaron fue amputada al cadáver de un hombre negro, quedando curado después de este hecho pero llevando ya siempre una pierna de cada color.

Encima de este tondo se sitúa el de los santos Sebastián y Roque.

San Sebastián y San Roque
San Sebastián y San Roque

Por último y en el lado superior izquierdo encontramos representados a San Pedro y San Pablo.

San Pedro y San Pablo
San Pedro y San Pablo

Tres manos distintas se aprecian sobre este conjunto cerámico: La ya indicada de Niculoso Pisano en el paño de azulejos, una no identificada y muy probablemente italiana en el tondo central de la portada y la de Pedro Millán en los otros seis tondos, si bien como se verá debió apoyarse en el vidriado de las piezas en Niculoso.

Según refieren Gestoso y Sentenach, Niculoso habría necesitado del concurso de Pedro Millán en lo referente a las figuras de relieve, siendo indudable que Francisco Niculoso conocía de sobra la aplicación del baño a las esculturas.

 


Extraído del artículo de Alfredo García Portillo en retablocerámico.net

 

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