En el corazón de la alfarería de Triana

Callejeos por Triana

Se trata del cruce más antiguo de la zona, ya que la calle que aparece al frente, el segundo tramo de Antillano Campos, ya aparece dibujado en la Vista General de Sevilla grabada por Brambilla en 1585, aunque con un trazado más irregular, tramo que desemboca en la calle San Jorge, a la altura del Museo de la Cerámica, y que fue conocido como Matamoros desde sus inicios. Y como Alfarería, fue un camino de salida que iba desde el Castillo de San Jorge hasta la Cava Vieja, convirtiéndose en calle a partir de la ordenación de todo el sector ocurrida durante el siglo XVII, cuando se ensanchó San Jorge (el Sitio de los Esparteros) y se rectificó este primer tramo de Antillano Campos para hacerla coincidir con Alfarería de forma ortogonal. Fue entonces cuando se formaron Los Cuatro Cantillos donde ahora estáis, nombre proveniente de los guardacantones de sus esquinas que se instalaban para protegerlas de las ruedas de los carros de los alfareros y que aún pueden verse.

Porque este cruce es el corazón de la alfarería de Triana.

Por eso, como segunda excepción en estos Callejeos, os recomendaremos que caminéis hacia la izquierda, entrando de nuevo en la calle Alfarería en sentido contrario a la dirección de nuestra ruta.

Haciendo esquina entre las dos calles veréis el Bar Paco España, local que anima con su terraza, a las horas del tapeo, estos antiguos cuatro cantillos, ofreciendo buena chacina, montaditos y guisos del día como los de antes. Y cerveza muy fría.

Si seguís caminando enseguida llegaréis al número 20, la trasera de la casa-taller del escultor y ceramista Emilio García Ortiz, autor entre otras muchas obras del monumento dedicado a Fray Bartolomé de las Casas que existe en la orilla izquierda del río, a los pies del Puente de Triana. La entrada principal da a Antillano Campos 10 y está formada por una espectacular fachada diseñada por su padre en 1940, digna de artistas, como eran ambos. García Ortiz fue muy querido en el barrio, siendo nombrado Trianero de Honor. Falleció en el año 2013, y es su hijo Emilio García Hernández quien lleva ahora el negocio.

Pero donde os deberéis detener y entrar si es posible es el número 22, el Taller de Alfarería Antonio Campos, el último alfarero que todavía queda en la calle de los alfareros. No suele vender al público sino a los talleres de cerámica que le encargan las obras, aunque si mostráis interés en su trabajo puede que os permita entrar y observarlo, y de esa forma viajar en el tiempo. Mientras el maestro modela los cacharros en su torno oled el barro húmedo que va quedando desparramado por las paredes y ved cómo sus manos van creando obras de arte hechas en primera cochura, lo que se conoce como biszcochado. Después habrá que esmaltarlas y pintarlas, trabajo que en ocasiones realiza su hija Ana en su mismo taller.

A vuestro alrededor se apilaran sus trabajos terminados, macetones, fuentes para patios, remates, jarrones, jarras, apliques, lámparas y un sinfín de cacharrería variada.

Viendo a Antonio Campos en su taller nos viene al recuerdo esta letrilla de soleá escrita por Ángel Vela:

Qué me importa que me vean

salpicaito de barro

las manchas que menos manchan

son las manchas del trabajo

En el número 26 encontraréis otro taller, en este caso de artes gráficas. Su dueño es el colombiano Norberto León Ríos, Norler, quien después de abandonar su Cali natal y tras trabajar en otras ciudades acabó instalando su taller de grabados, aguafuertes, aguatintas, serigrafías, oleos, acuarelas y esculturas en Sevilla, en Triana y en la calle Alfarería. Por algo será.

Justo enfrente comienzan las tapias de otro fantasma del pasado: el Cine Alfarería.

 

Fue a finales de los años cuarenta del siglo pasado cuando abriera sus puertas en este solar uno de los cines de verano con más solera de Triana, un barrio de cines, donde se instalaba una sala para proyectar películas en cualquiera de los muchos solares que se repartían por todas sus calles. Este de Alfarería además de las películas de aquellos años albergó espectáculos cómicos, de teatro y de flamenco, llegando a actuar en él la famosa en su época Orquesta Tropical y a cantar, ya en la década de los cincuenta, artistas como Manuel Vallejo y Antonio Mairena. Incluso hubo festivales de primavera organizados por el Ministerio de Turismo. Ya en los años sesenta actuaron en él Enrique Montoya y Antoñita Moreno y en los setenta Antonio Molina y la Niña de Antequera.

Pero el paso del tiempo sentenció este popular lugar y a pesar de haber pasado a ser propiedad del ayuntamiento mediante expropiación, en 1978 se clausuró. Y ahí quedó sin uso hasta que se decidiera instalar en él el mercado de abasto mientras se construía el nuevo, abriéndose en este emplazamiento el 2 de mayo del año 1990. Una vez devuelta la plaza a su primitivo lugar en el año 2001, el viejo solar del cine Alfarería quedó de nuevo abandonado, esperando pacientemente ser de nuevo útil para el barrio.

En su artículo del periódico ABC de Sevilla del día 13 de julio de 2015, Antonio Burgos recordaba este mítico cine:

Hombre, los cines de verano se ponen en la Ronda, o en El Prado, o en Santa  Catalina, o en Triana. Sobre todo en Triana. Ángel Vela Nieto no me dejará por embustero si digo que Triana tenía más cines de verano que Sevilla entera cines de invierno. Ay, el Cine Alfarería, con su salamanquesa de reglamento en la pantalla de blanca cal de morón, con sus sillas de enea, sus bancos para las entradas de general, su “selecta nevería” (…)

 Enfrente, en el número 32 veréis una reliquia del pasado: La Cerca Hermosa, uno de los adarves más antiguos de Triana, y quizás de toda Sevilla. Fue construido en el año 1825 según se comprueba en una losa embutida en su pared, siendo rehabilitado en el año 2000 por el Ayuntamiento.

 

callejeos

 

Está formado por quince viviendas construidas en torno a un patio a modo de calle interna o privada, espacio común que se convertía en parte del hogar de sus habitantes, lugar donde se pasaba la mayoría del tiempo, relegándose la vivienda a habitación más privada. Pero si por algo ha destacado esta casa de vecinos ha sido por la forma de vivir sus fiestas. Y así la celebración de la Navidad, la Semana Santa, el Rocío y las Cruces de Mayo fueron famosas en toda Triana. Pero también sus bautizos, comuniones y cumpleaños. Aunque sobre todas destacaba el fin de semana de la Feria, cuando ningún vecino acudía al Real y se recreaban las casetas en las fachadas, se cocinaba en el centro del patio donde incluso se instalaba un tirador de cerveza, y se bailaba y cantaba hasta altas horas de la madrugada.

 

 

En la Cerca Hermosa nació en 1926 el pintor ceramista Manuel Soto Carretero, empleado en Cerámica Santa Ana, donde llegó a ser discípulo de Kiernam Flores y a participar en la elaboración del famoso rótulo de su fachada. Pero sería su esposa, Gracia Villegas Gómez, la que quedara para la posteridad al ser la protagonista de una placa de azulejos, como podréis ver en su fachada, colocada en el 2003, año de su fallecimiento, como agradecimiento a su lucha por la rehabilitación del corral.

Ya solo queda que os fijéis en la casa número 43, antiguamente 31-33, donde aún se conservan los rótulos de cerámica que mandara colocar en 1912 el industrial trianero Antonio Japón como reclamo publicitario para su negocio. La casa guarda un estilo regionalista con influencias modernistas de la época, siendo responsable de los paneles cerámicos José Recio del Rivero.

En la actualidad el bloque está rehabilitado para uso residencial, conservando los cinco paneles cerámicos como testimonio de la evolución del diseño publicitario comercial, eso sí, en un estilo muy diferente al acostumbrado en Triana.

Ahora volved sobre vuestros pasos y regresad de nuevo a Los Cuatro Cantillos para seguir por el último tramo de la calle Alfarería.

(Continuará)

José Javier Ruiz, del  libro Callejeos por Triana.

 

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Presentación Callejeos por Triana. Segunda parte
Cubierta de Callejeos por Triana. Segunda parte.

 

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