
Ayer no estaba en Madrid aunque Google maps indicara que estaba en la capital del reino; mi esencia, mi persona, estaban en Sevilla junto a mi Esperanza de Triana, prendida en ella como uno de “sus robanovios”
Quizá, hoy, casi nadie me lea pues sus ojos estarán cosidos al millón de videos que van colgando en la red sobre la salida extraordinaria de nuestra Madre; lo comprendo, a mí me pasa lo mismo pero, yo antes muerta que muda, si no me expreso, no existo, porque mientras veía en tiempo real cómo llegaba la banda de música, cómo absorbía la temperatura emocional del gentío y me enredaba en la bulla como una más, había imágenes y sensaciones que pasaban por mi memoria y me traían el ayer al hoy más emocionado…
No sé en qué tiempo fue que mi esposo me quiso hacer un regalo especial en uno de nuestros viajes a Sevilla cuando, estando rezando en la Capilla de los Marineros, sentí que sus manos me colocaban algo en mi cuello. Me volví hacia él sonriéndole y preguntando con la mirada qué hacía. Él se agachó y me susurró “Para que lleves a tu Esperanza siempre contigo”
Nada más salir de la capilla en el primer bar que entramos fui al baño a mirarme al espejo; una medallita de plata y carey lucía en mi cuello; mientras la miraba mi emoción se escapó por los ojos y solo pude titubear “Madre, la que te espera conmigo…”
Ella, la medalla con el reflejo de nuestra Madre, a partir de ese día ha vivido los momentos más felices y más tristes junto a mí… Hoy les contaré el más duro pues ayer cuando me enganchaba a las imágenes que Jesús Daza nos brindaba de Madre al pasar por su puente, recordaba el día en que mi amiga Marian me comunicó que padecía cáncer. Sin pensarlo dos veces, me quité la medalla y se la puse en su cuello; estuvo con ella hasta un nueve de diciembre en que Dios decidió convertirla en un ángel a su vera.
Desde entonces esa medalla va y viene de mis manos a las de mi otra amiga del alma, María Jesús; seis meses ella, seis meses yo, porque cuando la atrapamos en nuestras almas, sabemos que en el corazón de nuestra Esperanza de Triana está posado un ángel llamado Marian.
Y ayer, vi a mi amiga a la vera de mi Madre pasar el puente y cuando pasó por Reyes Católicos, vi en el vídeo que me mandó María Jesús que nuestra amiga era uno de esos destellos de luz que caminaba con voz de Esperanza por las calles de Sevilla.
No lo duden ustedes ni un segundo siquiera, la Esperanza de Triana vive, vive en cada uno de nosotros regalándonos cada día consuelo, paz y muuuuuuuucha Esperanza.
Mª Ángeles Cantalapiedra, escritora
#Sevilla…Gymnopédies #Mujeres descosidas #Al otro lado del tiempo