DE MADRE A MADRE

Hay quienes no entienden ciertas celebraciones puntuales y te dicen que esos días especiales tendrían que estar señalados todo el año. Sin embargo, esas efemérides puntuales vienen bien para recordar ante nuestra memoria quebradiza, para hacer un alto en el camino y reflexionar y acariciar una fecha como memoria viva…

Desde que nacemos estamos aprendiendo, y según crecemos nuestro aprendizaje cada vez es más especializado. Una vez que has realizado unos estudios, llegan una serie de prácticas para después ser lanzado al mundo o mercado laboral. En cambio, hay una materia que no nos enseñan, no existe una asignatura específica, la de ser padres.

Mi recuerdo personal como mujer es, una vez que me enteré de mi embarazo, una plenitud me recorrió el ánimo, pero según transcurrían los meses en mi mente crecía una pregunta doble “¿Cómo se hará, estaré a la altura?”, y cuando ves a tu hijo en brazos te quedas alelada, un embeleso te envuelve, no puedes dejar de mirar ese milagro que aproximas a tu cuerpo, y cuando la realidad llama a tu puerta -pañales, biberones, baño, fiebre…- temes por todo.

Tuve la fortuna de tener a mi lado SIEMPRE a mi madre, ella se convirtió en mi maestra; me pasaba las horas mirando su quehacer cotidiano con mi hijo. De niña, cuando el miedo llamaba a mis sentidos, el observar a mi madre junto a mí era como estar sujeta a una roca, el pavor desaparecía. Cuando me convertí en mamá, el saber que mi madre seguía JUNTO A MÍ dando los primeros pasos de mi recién estrenada faceta, volví a sentir esa sensación de seguridad tremenda, aplastante, apabullante… Si cuando a alguno de mis hijos enfermaban, preparaba la mochila, me montaba en el tren y al llegar a la estación ver a mi madre allí plantada esperándonos, era como tocar el cielo sabiendo que bajo SU PROTECCIÓN nada malo nos podría ya pasar.

El tiempo siguió caminando y fui aprendiendo a ser madre con mis descalabros y aciertos. La intuición y la observación, el hablar con otras madres intercambiando información. Mis únicas obsesiones es que fueran buena gente, atraparan sueños y lucharan por ellos, aprendiendo de paso a ser felices con cualquier cosa.

Me costó educarme en decir a mis hijos “No”, me supuso un esfuerzo en dejarlos volar solos y aún me cuesta. Me especialicé en ser un paracaídas, un flotador. En esperar pacientemente a que ellos se acercaran a mí y me contaran “sus cosas”, a leer en sus silencios, en sus cambios de voz y en sus gestos sin hacer.

Aprendí a estar en alerta las veinticuatro horas y disponible los trescientos sesenta y seis días del año para ellos.

¿Qué es una madre?

Un flotador, un salvavidas.

Un móvil, una parabólica.

Una madre es eso…

Amor, perdón, generosidad y comprensión,

El refugio, el bunker de un hijo.

Una madre es el abrazo eterno.

¡Feliz día a todas esas esas madres valientes!

MªÁngeles Cantalapiedra