DE PADRE A HIJO

Padre e hijo

Mi querido hijo… Hace tiempo que no hablamos. Nos cruzamos por los pasillos de la vida y apenas nos saludamos y las palabras han dejado de fluir en nuestras bocas. Tus ojos están clavados en una pantalla y, cuando trato de distraerte con al menos un “buenos días”, ni me miras, ni me tocas, ni me sientes… ¡Si supieras lo qué me duele! Por eso he decidido enviarte unas letras para cuando puedas, las leas, pues necesito llegar a ti cómo sea.

Ser padre no es cosa baladí pues nadie te enseña. No hay escuela sino el instinto que te guía y la luz que arroja el mundo en que vivimos que, a veces, es tan aciaga, que tiemblas con solo mirarla. Así que, cuando llegáis nada sabemos de cómo ser padre, aunque el tiempo nos dice que con pan y cebolla no es suficiente. El amor es esencia, pero necesita sal, azúcar y pimienta en valores.

Quisiera estar presente en tus batallas, compartir tus triunfos y derrotas, mas sólo puedo ser testigo de ellas.

Desearía que tu razón fuera esponja del bien que te rodea, pero quizá sólo el mal nos enseña el camino de la merced.

Yerro cuando ansío vivir por ti el dolor y evitarte el sufrimiento que al hombre maduro enriquece su espíritu.

Anhelo el sol en tu vida, pero en la nube gris también has de saber vivir, ser fuerte y valiente cuando la tempestad llama a tu puerta. Eso, tampoco te lo puedo evitar, pero sí puedo abrir mis brazos para que recobres la calma.

Tus huellas y desaires me producen una pena profunda, sin embargo, aprende a aceptar y amar a la gente tal como es. No cambies ni distorsiones su imagen, quiérela sin más, aunque no deseches ayudarla en la superación como persona.

Me gusta tu sonrisa, comprendo tus lágrimas, pero es así la vida que nos toca palpar y profundizar.

No creas que soy roca, yo también me parto en trozos cuando el rayo cae… Después, recojo mis miserias y reemprendo el camino, eso sí, siempre con la cabeza muy alta y con la esperanza como bandera.

Ser niño no es tan fácil como la gente cree pues es una lucha titánica contra la sombra que te acecha y nada conoces de ella. Ser hombre es de lo más grandioso que conozco, pero para ello, has de estar formado y tener grabado en fuego las letras del abecedario. Unas son más importantes que otras, pero todas esenciales. La H de humor y humildad, quizá sea de las más básicas. La R de respeto, tiene su miga; juzga tú mismo.

Bueno muchacho, ya me voy. Sé que los sermones los odias tanto como yo, así que me callaré, pero antes de la despedida, déjame que te recuerde un par de cosas: cuenta conmigo para lo que quieras y sé tú mismo a viento y marea.

Tu vida es tuya y de nadie más…

Tu padre, que te quiere

¡Feliz semana mis trianeros!

M Ángeles Cantalapiedra, escritora
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