Diccionario trianero_14

Alfonso.- Futbolista nacido en el corral de la Encarnación, calle Pagés del Corro (Cava de los gitanos), en el año 1919. Alfonso Fernández Rodríguez comenzó a jugar en el equipo de «Los Buenos Amigos», formado en el Barrio Voluntad, pasando al «Parra» (de la Venta de los Pajaritos) y, luego, al Esperanza de Triana cuando este equipo empezó a utilizar el campo de los Salesianos. Con 18 años se ve envuelto en la vorágine de la guerra civil cayendo prisionero en las postrimerías de la contienda en una odisea que se prolongará más de cinco años. Aun militarizado juega en el Algeciras y en el Betis (1940) por 500 pesetas mensuales más 10 de dietas en los desplazamientos. Una lesión le aparta del equipo verdiblanco y el Jerez aprovecha la ocasión fichándolo junto a otros jugadores sevillanos. Allí triunfa tan plenamente que acaba jugando en Primera División con el Murcia la temporada 1943-44.

Y cuando parecía que al fin le llegaría sus días de vinos y rosas, una gravísima lesión en el campo del Gijón le apartaría definitivamente del fútbol, tras un calvario de intervenciones quirúrgicas que desembocaron en la amputación. Los destrozos que el portero asturiano le produjo en una de sus rodillas tuvieron desgraciada complicación… y aún no había cumplido los 28 años.

HomenajeALFONSO
Homenaje a ALFONSO que le dedicó el Betis

Alfonso vive en su antiquísima casa de la Cava, jubilado después de haber emprendido varios negocios. Es un hombre afable y apreciado por todos en Triana.

Alfonso Jaramillo (plaza).- Se construyó en la década de 1970 sobre el solar de  del antiguo tejar de Pozo. Rotulado así en honor del que fuera concejal por el barrio.

Alimentación.-  No por su condición de materia común a todos los barrios populares, vamos a dejar de anotar la dieta cotidiana del trianero posbélico, aunque sólo sirva para provocar la sonrisa en las nuevas generaciones tan distantes, por fortuna, de estas fruslerías existenciales. Véase lo que podía entrar en el menú: Legumbres, patatas (papas), espinacas, coliflores, tomates, huevos en platos para degustar en el mantel. Para el ágape comunitario, tan corriente, el gazpacho, las papas aliñás, los tomates con sal, la lechuga fresca; todo ello precedido de un desayuno a base de una infusión de cebada con opción a migado de pan sobrante del día anterior. Respecto a las carnes, la de «conejo de huerta», o sea, ni verla. ¿Y de pescados?: el más sabroso, el arenque (a discreción). En cuanto a la leche estaba destinada a acompañar los estirones de niños y adolescentes; los dulces sólo en Navidad y las frutas las más democráticas. De forma invariable los filetes se engullían en la cama (con fiebre), mientras que el pescado de verdad llegaba al plato como extra según el precio de la freiduría de la esquina. Las batatas cocinas, los higos chumbos, los membrillos, las castañas y bellotas y las chucherías de lo kioscos, acompañaban como sobre alimentación. ¡Y algunos trianeros de entonces sobrepasaron el metro ochenta de estatura…!

La caja de sardinas arenque que faltaba de la tienda de ultramarinos.continuará

Ángel Vela Nieto


Foto de Alfonso Fernández Rodríguez: manquepierda.com

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