
Diccionario trianero, publicado en parte durante los años finales de los ochenta en la revista “Triana”
Caserío.- El arquitecto Rafael Arévalo erigió en 1913 la casa número 26, la única catalogada. De 1940, como consta en la preciosa fachada, data la casa-estudio de Emilio García Ortiz, diseñada por el padre de artista y construida por Francisco Pérez Bergali. Enfrente se encuentra la tienda de cerámica «Santa Isabel», edificio que colindaba con la desaparecida Escuela de Artes y Oficios (de «Villa de Reinosa» hablaremos en el epígrafe de Pagés del Corro). Varias cancelas confirman la solera de otras casas, como la del número 3 que señala el año 1900; la del número 13, 1905; la número 14, 1880 (inmueble de una barbería cerrada recientemente, tras el fallecimiento del maestro, y de una asolerada tienda de ultramarinos), y la número 23, 1888. Merece la pena resaltar la pureza urbana de «Los Cuatro Cantillos», cruce que señaló en un clásico azulejo el renombrado Asistente Pablo Olavide. Las fachadas de cal y la angostura de todo el curso, se ofrece como un fragmento casi intacto del mutilado cuerpo de Triana.
Comercios e industrias.- Citemos alfarerías existentes: «Santa Isabel» (Sebastián Ruiz Jurado), instalada donde hubiera un remoto tejar; el superviviente, ¿por poco tiempo?, tejar de Conchita, antiguo de Bernal, su padre, y las añejas dependencias de Cerámica Santa Ana en la punta de la calle. En Antillano Campos tuvieron sitio Manuel García Montalván, Antonio Kiernam y Pérez de Tudela, tres pilares del arte trianero de la cerámica, cuyos recuerdos tratan de conservar algunos modernos focos de creación y venta que merecen apoyo y la mejor suerte.
Continuará
Ángel Vela Nieto
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