El Gran Poder y Triana, Triana y el Gran Poder

¿Hablar de ti? Parece fácil, sencillo ¿verdad?, quién diga eso es que nunca ha estado en su Presencia. Esa Presencia que sentimos al traspasar las puertas de tu Morada una mañana de cuaresma, o cualquier tarde de calores y paseo.

Son muchos los que van a verte, a rendirse a tus plantas para contarte bajito los males que les pasan, otros a decirte lo guapo que estabas o simplemente al pasar cerca de tu plaza y decir » voy a ver al Señor un ratito a su Casa».

Pero curiosamente, todo el mundo lo llama »Señor de Sevilla»… ¿Y Triana?¿Dónde queda aquel barrio que el arte nació de sus entrañas?

Señores, quien haya dicho que el Gran Poder no es Trianero, le puedo asegurar que ese no es sevillano, porque yo lo veo en muchas partes : miren los balcones, azulejos anclados en la cal de las viejas casas, o sientan el »quejío» en un cante flamenco sin igual, porque ahí siento el dolor hecho cante de este Rey Celestial. Mas permítanme ustedes, que Dios de San Lorenzo se respira por estas calles, deténgase en el Altozano, cierre usted los ojos y medite.

Allá, a lo lejos donde se distinguen el verde espesor de los olivares del Aljarafe, lo veneran bajo la Gloria y el Poder Soberano que de sus manos emana, y cada vez que pisa fuerte con el izquierdo reparte Salud para el dolor de esa herida que aún no fue cerrada.

Giren sus pensamientos hacia la izquierda, porque allí también vive el Gran Poder dolorido, porque tres veces al suelo ha caído, pero como es la cosa que un romano lo custodia a caballo, y es el barrio entero las manos de un pobre Cirineo que al Señor lo va ayudando. Pero es que hasta en sí con el madero ya no puede caminar, poco a poco se le hunde en su hombro; ¡ay, Gran Poder, »jorobaito al Calvario vas!. Aunque, por mucho peso haya sobre el madero de la Cruz, Él sabe que la Esperanza no se pierde y con lentitud, ya llega, le aguardan los sayones para ahondar más en la tortura que el Redentor por nosotros sufrió.

Y por si fuera poco, con humildad y dulzura, se sentó en la dura roca, y mirando hacia arriba a Dios Padre oraba con ternura, y cuál fue la sorpresa que en el cielo una Estrella brillaba con hermosura de la que un rostro color nácar cuán parecido a la porcelana se le acercó al oído y le dijo en voz baja : »Ay Soberano, no sufras más mi niño; cuando sea tu última expiración bajo mi humilde Patrocinio al llegar la hora sexta, no desistas; llamaré a la brisa del Guadalquivir para liberar de tu rostro las Penas».

Y a día de hoy sigo oyendo muchas veces »el que vive en San Lorenzo, no tiene sangre trianera». Pues creo que se ha equivocado señor mío, el Gran Poder es también de Triana.

Y hoy vuelvo a decirte, lo que antaño te recordaba, mas hoy no sólo Sevilla, también al lugar donde nacieron los artistas de la cava :

Gran Poder, eres de los Cielos,
Rostro de eterna Misericordia,
Señor del mundo entero,
Gloria del alma piadosa.
Allá en el paraíso nos preparas,
nueva morada bendita,
día y noche estás velando,
a Dios, en oración rendida.
Los hijos de esta Mariana Ciudad,
te suplican y te imploran,
sigue velándonos siempre,
¡Oh!, Remanso de luz hermosa.
Redentor y Gloria del firmamento,
Padre clemente y de Caridad piadosa,
eres Esperanza del que sufre,
del perdido, del que en la oscuridad llora.
Inspirados en los luceros,
Dios te hizo como Gran Señor,
y por los siglos has de habitar en San Lorenzo,
¡OH, GRAN PODER DE DIOS!

Antonio Vázquez Bayón

Manuel Canela Fraile





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