ELLAS

Mi querida Triana… Me gusta pensarte con nombre de mujer. Sin embrago, cuando digo “El barrio de Triana” se me llena la boca de varón; hasta para eso eres especial, pero hoy déjame entenderte como una hembra más que ha luchado a lo largo de su historia por ser y estar reivindicando cada día su lugar.

¿Sabes, Triana? Me gustan las celebraciones, esos días que se agasaja, se recuerda y se ensalza, se reivindica…, en tono jocoso. Son fechas marcadas social y personalmente. El día del padre, el día de la madre, la Nochebuena, Reyes, cumpleaños, onomásticas, el uno de mayo, el día de la mujer…

Me complace el ocho de marzo porque es un reconocimiento al valor de una parte de la sociedad, ellas, las mujeres. Me satisface que se reconozca sus esfuerzos, su valía, sus aportaciones a la humanidad, a la sociedad. Que se recuerden lo que significa el respeto hacia ellas mismas y que los demás las admiren, y las valoren en su justa medida. Es un reconocimiento social porque el mundo sin ellas no sería mundo.

Parece mentira el avance que ha alcanzado el mundo y que, sin embargo, haya sociedades ancladas, suspendidas en un pasado tan remoto, que asusta su perspectiva en que la mujer no sea un ser humano libre para elegir, sino una pieza de caza, de reproducción, un trofeo, una máquina de sexo, de servicios múltiples, un ente sin sentimientos.

Yo, soy mujer, me siento mujer, deseo y saboreo ser mujer; sencillamente disfruto siendo mujer. Tuve suerte, mucha, pero nada se me dio gratis, luché como cualquier mujer, unas veces con mayor fortuna y otras, menos, pero jamás me he sentido discriminada y he podido volar por libre, elegir mis caminos, aprovechar mis oportunidades, paladear mis pequeños triunfos, ser capaz de desdoblar una mala experiencia y ver en ella luz para seguir caminando. He sufrido desengaños, frustraciones, caídas y el terror a que en cualquier esquina salgan dos hombres y abusen de mí como antaño, pero aun así me siento una privilegiada, y la suerte me ha respondido.

No así muchas homólogas mías no tuvieron las mismas oportunidades que yo y que hoy las leyes, la justicia, la sociedad no las ampara como debiera ser… Por eso hoy brindo por ellas, Triana, porque me siento orgullosa de esas miles y miles de mujeres que, a pesar de la oscuridad, siguen hacia delante haciendo frente a la dificultad y adversidad.

Hoy, como cualquier ocho de marzo, mi Triana, trabajaré, es mi decisión personal. Cogeré la fregona, pondré lavadoras, haré una comida apresurada de esas que me salen fatal, pero que todos me la agradecen, escribiré… y, cuando aún no hayan dado las doce campanadas, estaré exhausta pero aún seré capaz de regalar a los míos una sonrisa. Es mi decisión, repito, sin ninguna coacción.

En cualquier celebración, ya sabes mí Triana bonita que, siempre al final, se pide un deseo, y el tuyo y el mío es que ELLAS sean más mujeres que nunca.

M Ángeles Cantalapiedra, escritora
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