ESAS FECHAS SEÑALADAS

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Que no me digan lo contrario porque hay días en los que se te agolpan en los ojos demasiadas tristezas, ausencias que no suples y vacíos incontestables.

Llamadas que no suenan y abrazos sin calor.

Hay días en los que sientes más que otros, y no es porque tú te lo propongas, sino porque en el aire de la noche flotan demasiadas sensaciones sin dueño.

Hay fechas en que arrullas las penas, y no hay nanas que las duerman.

Ensayas en espejos sin imagen una mueca de sonrisa mientras en tu corazón hay lágrimas de tormenta.

Disimulas, te disfrazas y, a media noche, te despiertas con la piel desnuda de tu alma, porque te falta algo, y la soledad oprime sin querer queriendo. Te falta el marido, el hijo en la distancia o más allá de la muerte, es decir, la vida de la noche a la mañana te lo arrebató, el hermano o el amigo que se fue… Algo falta que nubla tu conciencia, que hiere tu alegría y no puedes olvidar.

Hay fechas señaladas que, sin calendario o con él, quisieras que pasaran, y la vida ordinaria volviera a ser lo que es. Sin espavientos, sin alharacas, solo respirando lo anodino de la vida cotidiana.

Pero da igual, porque alguien vendrá y te dirá con la mejor voluntad y una sonrisa incandescente “Feliz navidad” y tú, educadamente, darás las gracias, y seguirás tu camino con el único propósito de que llegue ese abrazo que tanta falta te hace para calentar tu ánimo encogido.

Yo te abrazo con mis letras porque entiendo de tus penas, más que nada porque siento lo mismo que tú, sin embargo, pongo del revés mis ojos y ese corazón tartamudo, y me obstino en ver lo bello de la vida que lo hay y mucho, dejando la pena a un lado para dar paso a la esperanza, a la luz y al optimismo

Porque como dijo Benedetti “Que no se nos pase la vida esperando mejores tiempos”

¡Felices pascuas, mis trianeros!

MªÁngeles Cantalapiedra, escritora