ESE ADIÓS ALARGADO…

otoño, verano

Ya se escapa el verano, pianito, pianito, en busca de otros mañanas, Ya se derraman sus horas en nocturnos decadentes. Se consumen tus gemidos gloriosos de días sin fin, ya perece tu alegría melódica, pero no antes que me despida de ti…

El verano se resiste a plegar sus alas de gaviota, aunque el otoño aceche a su final. Él sigue balanceándose en las olas, en cubitos de hielo en que se ha convertido esa agua de la mar. Las algas revolotean a tus pies llegando a la orilla perfumaditas de sal; respiro hondo y mis pulmones resurgen y mi olfato se despierta.

Los niños, hace días que se esfumó su figura por la arena fina. No hay gritos infantiles y sí mucho vals de olas, banda sonara de un océano acariciando tus sentidos, y el silencio transitando en tu pensamiento escurridizo mientras el graznido de la gaviota besa mis ausencias.

La espuma chapotea alrededor de mi cuerpo pidiéndome que juegue con ella. Tanta insistencia me hace volcar mi ánimo en la cúspide de una ola, zambullendo mis pesares, mis males y mis quiebros en ella, tal vez, así, barra las noches de insomnio, las verdades a medias que tanto me atosigan, y una paz olvidada llegue, al fin, a la orilla de mi esencia.

Ya se va el verano, pero no antes que meza mi persona en su sol meloso que acaricia y estremece en sus aguas que, ya de frías, te despiertan.

Ya parte el estío, pero no antes de que pierda la mirada en aquel horizonte que une cielo y mar en atardeceres rosados y tempranos y en esos amaneceres de limón y café con leche.

Mi adiós se alarga en miradas, en suspiros, en anhelos. Qué lástima que te vayas con tantas cuentas pendientes, pero así es la vida como el vaivén de tus olas en la mar brava, en el mar en calmo, en el resurgir de una hora que, aunque nunca llegue, tú la esperas pues estás hecho de retazos de esperanza, igualito que cualquier verano en tu vida… ¡Adiós verano!

Bienvenido otoño a estas calles de Triana donde el naranjo duerme y el geranio aun explota su rojo en cada reja y corrala que subsiste. Bienvenido Otoño al Altozano, a la bulla trianera, al recuerdo que no marchita en tus callejuelas más sentidas. Déjame otoño cantarte una soleá. No es mía sino de quien sabe y ama esa Triana que no se esfuma, que siente como ninguna transitando en nuestros corazones “Así que pasen los años, yo solo seré ceniza en el filo de tus labios” Y es que el otoño es romántico, le mires por donde le mires.

¡Hasta la semana que viene, mis Trianeros!

M Ángeles Cantalapiedra, escritora
©Largas tardes de azul ©Al otro lado del tiempo ©Mujeres descosidas ©Sevilla…Gymnopédies

PD. Soleá de Ángel Vela. Fotografía de Jesús Daza