IMPACTOS

Mi querida Triana…, la verdad verdadera es que no tengo mucho que contarte, a no ser la sensación de haberme convertido en una ciclista subiendo el Col du Tourmalet, ese paso montañoso localizado en el centro de los Pirineos franceses cuya altitud sobre el nivel del mar es de 2115 metros… Ayer creí no subir un tramo más de este tour en el que nos hemos visto todos envueltos, mis piernas se negaban a pedalear, pero mi gente decía “Vaaaamos, un poco más” y veía una imagen nítida de un equipo echando el resto por no sucumbir, no rindiéndose a las noticias que llegaban del temporal. Seguían echando carbón para que la máquina siguiera avanzando. Todos eran válidos, cada uno a su manera tiraba hasta que finalizamos la etapa. Hacia la una de la madrugada, nuestro Rafa Almarcha nos cantaba desde una azotea de Triana:

“Juntos todos hemos vuelto a llegar hasta aquí, y juntos hemos vuelto a escribir otra página de nuestras vidas. Juntos todo lo hemos vuelto a conseguir, y juntos hemos llegado a sentir lo que no se puede explicar y no se olvida, Juntos aquí seguimos con lo nuestro, con mil razones que nos dan los hechos, con un millón de sueños por cumplir”

Mi Triana bonita, no te quejas, aunque estés igual que yo, y te admiro por ello. Tu alegría y esperanza están ahí detrás de los cristales, tras una ventana y un balcón esperando la oportunidad para volver a brillar.

Mientras ese día llega, Triana, sujétate a las voces de tu gente, esa humanidad que te conforma, de ayer y de hoy, tal vez rescates esos abrazos que perdiste por desidia o cambio de fisonomía, la lejanía hace estragos, ya sabes, pero este hoy nuestro, aunque nos hace sentir la fragilidad y la vulnerabilidad de lo que somos, tanto tiempo ignorándolo por nuestra soberbia, me convenzo que por encima de estos agravios, del robo de nuestras libertades, posee un encanto, pues está abriendo las puertas de la sensibilidad, de la generosidad… Sí, cuando todo esto pase, seguramente nuestro buen rollito se nos olvidará y volveremos a ser más brutos que un arado como dice en Castilla. Pero entretanto llega ese día, Sonríe mi Triana a tus gentes, siéntete orgullosa de ellos por su buen hacer desde sus azoteas, ventanas y balcones.

¡Cuídate, por favor, Triana!

Ángeles Cantalapiedra, escritora

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