JOSÉ Y EL JAMÓN

¡Buenos días, Triana! Después de una semana tan irreal como surrealista, no se han encendido las bombillas del día, y ya estoy preparando unas letrillas  para ti, y hecho propósito de enmienda: ser buena gente y reírme. Vamos, que dé gusto mirarme a la cara. Sin sentido del humor no podemos afrontar las horas con tantos desaires que nos proporciona la vida y los hombres.

Necesitamos pequeñas briznas de sonrisas en nuestro horizonte diario. Hay veces que nos quedamos con las brasas que carbonizan el ánimo y se nos olvidan muchos sentimientos favorables al peregrinar por la vida. La sonrisa, el sentido del humor, su esencia, la debemos incorporar a los alimentos diarios como si fuera el agua que necesitamos para vivir. Es cuestión de actitud, es cuestión de voluntad. La vida se nos presenta cada día repleta de contradicciones que, con el huracán de las horas, no nos deja ver con claridad. Dentro del fragor de la batalla, hay chispas que saltan para iluminar nuestro ánimo y hacernos contemplar que siempre hay algo bueno que contar y vivir…

Ayer, llegó a celebrar la misa un sacerdote joven con los zapatos polvorientos, un par de arañazos en el rostro, una sonrisa triste, gesto cansado, y palabras sin preparar para la homilía; nos pidió perdón por llegar así, pero los ánimos levantiscos de sus feligreses aunque había tratado de calmar, él había salido derrotado de su intento. Más que hablarnos, parecía que reflexionaba para sí buscando un punto de calma y paz para hallar algo bueno de todo aquello que acababa de vivir en su tierra, Barcelona. Nosotros, silenciosos y expectantes seguíamos su peregrinaje en el que encomendarse en esos momentos a tu Dios, Él te iluminaría para ver fuera de esa niebla llorona que te deja cao. Cuando terminó, se sentó unos minutos, tal vez para seguir y que siguiéramos meditando en silencio. Y yo me puse a buscar, rebuscar y cachear en los bolsillos de mis sensaciones, hasta que encontré a José y al jamón…

El hombre puede ser virulento, mezquino, ser el diablo vestido de humano, pero su piel puede ser la de un ángel que ha perdido el camino y, precisamente, estos espíritus celestes se cruzan a diario con nosotros. Los podemos tomar por locos, pero son bondadosos, humildes y te hacen sonreír. Una semana pegada a la televisión viendo desfilar furia y aspereza y, de pronto, aparece José con su cachaba enfrentándose a jóvenes  y defendiendo la concordia. He visto como uno de esos desnortados chavales ayudaba al octogenario a retirarse de la calzada para que no le cayera encima un adoquín; de verdad, esa imagen me ha llenado de esperanza… Y rebuscando más sensaciones, encuentro la de una mujer que, aparentemente, parecía no sobrarle el dinero, llegaba con la cara iluminada a entregar un jamón a esos hombres anónimos, cuyo rostro está velado por un casco, y que estos días han sufrido lo suyo tratando de poner orden. La cara del policía, es genial. Desconcertado, no sabe qué hacer. Se ríe, escucha a la mujer, no sé lo que le estará contando, al final se abrazan, entre medias reposa el jamón.

Me estoy riendo, mi Triana, ¡Qué detalle más bonito! Y es que el ser humano, dentro de sus contradicciones, insisto, tiene piel de ángel y, no nos vamos a engañar, el jamón resucita al más desolado.

Con estas dos imágenes maravillosas de optimismo, confianza, y envueltas de una sonrisa agradecida me despido de ti, mi Triana. Ha sido una semana dura para todos, pero hemos de ser capaces de ver que tras los muros inalcanzables, hay esperanza, hay luz. Y, si aún así, no vemos, encendamos una linterna, saquemos un mechero, o pidamos a la vecina una caja de cerillas; todo menos no ver que hay algo bueno que ver y que contar.

Contemplo tu amanecer, Triana, en esa estampa hermosa que nos regala Jesús Daza, y vuelvo a pensar que somos ángeles desafinando nuestro vuelo constantemente, pero capaces de realizar gestos hermosos como esta foto con la que me despido de ti.

¡Hasta la semana que viene, mis Trianeros!

 

M Ángeles Cantalapiedra, escritora
©Largas tardes de azul ©Al otro lado del tiempo ©Mujeres descosidas ©Sevilla… Gymnopédies