JUVENTUD EN EL ALMA

Emilio está furibundo, enfadadísimo. Tan ofendido que, de hablar hasta con las farolas, le niega “unos buenos días” a Bartolo, el gato de su hija Teresa.

Hay humillaciones que una persona no debiera tolerar ni por parte de las autoridades, y menos de unos hijos. Todo empezó de la manera más absurda…

Iba a buscar a su amigo Nemesio. Paró en un semáforo en rojo y con el sol que le daba de cara, creyó ver que se había puesto verde y arrancó. No habían pasados ni treinta segundos y le paró la policía… Prueba de alcoholemia, revisión del carnet de conducir, papeles del coche…, para que al final un jovencito veinteañero muy uniformado le dijera a la cara “Caballero, usted ya no puede conducir”. Tragó saliva y orgullo y llamó a uno de sus hijos para que le fuera a buscar. Ni que contar el cónclave que hubo en casa, rodeado de todos los buitres, incluidas nueras y yernos. Lo más suave que le dijeron fue “Papá eres un insolvente”.

Le han quitado el carnet, el coche y su honor. Ahora, más aburrido que una ostra en una mañana de verano, sus hijos han decidido reconvertirle en salvamento marítimo en la playa para vigilar a sus nietos “Que los vigilen sus padres, para eso son suyos”, masculla entre dientes. Se le acabó su diversión más preciada que era ir a pescar a una calita con su amigo Nemesio. Sí, tiene la fortuna de vivir en el mar y de primavera a bien entrado el otoño, desde que quedó viudo y, a dios gracias, su amigo también, los dos hicieron de ese deporte una rutina para ellos maravillosa. Después, unas cañitas y a comer.

Y ahora, ¿qué van a hacer? Nemesio no conduce “Los hijos dan por el culo desde que nacen, Emilio, qué lo vamos a hacer, ley de vida y resignación cristiana” “Y un huevo de pato, Nemesio, ¿y si nos vamos en bicicleta?” “Tú estás tarado, ¿o qué?” “Nemesio ahí no nos pueden quitar el carnet, Nemesio” “De acuerdo, pero no sabemos andar en bici” “Aprendemos, Nemesio, aprendemos”

Emilio y Nemesio han optado por ir al parque a dar de comer a los patos, un deporte de bajo riesgo. Han cogido gustillo a su nueva afición pues ha conocido a tres damas de su misma condición. Ellos se sienten a su lado los reyes del mambo, y esta tarde irán a los bailes de verano en la pérgola. Pero, antes, por la mañana, han decidido ir a la playa. Emilio coge del brazo a Rosario y se acercan a la orilla “Don Emilio, ¿no cree que hay demasiadas olas hoy para adentrarnos?” “Doña Rosario yo he sido un gran nadador toda mi vida. Se lo voy a demostrar” … Y Emilio se adentra en una primera ola, solo una, pues le ha envestido de tal manera que le ha llevado a revolcones hasta la orilla. El socorrista le ha tenido que hacer el boca a boca hasta verlo resucitado y echar la sal con agua de sus pulmones. Nemesio, ante el susto, ha llamado a uno de los hijos de Nemesio, y cuando ha llegado, le ha caído la del pulpo “Papá, vas a lograr que te atemos a la pata de la cama”

Dos de agosto, Nuestra Señora de los Ángeles, es el cumpleaños de Emilio. Sus hijos le han preparado una fiesta; se le ve feliz y calmado, pero cuando le traen la tarta para que sople las velas y las cuenta, da un manotazo y la tira al suelo. Todos le miran sorprendidos y él dice muy enjuto “Paso porque no invitéis a mi novia. Paso porque me quitéis el carnet, porque me regaléis un carricoche de esos para que no tropiece, pero soplar noventa y ocho velas, no os lo consiento. Que sepáis que, ¡estoy hecho un chaval!”

¡Bonita semana, Triana!

MªÁngeles Cantalapiedra, escritora

©La vida secreta de las mariposas ©Un lugar al que llegar ©Largas tardes de azul ©Al otro lado del tiempo ©Mujeres descosidas ©Sevilla… Gymnopédies