La Anselma, una industrial de la alegría, de la guasa y el tronío

Anselma

 Artículo de Félix Machuca en ABC.

Su voz es prusiana. Con galones de sargento. Y sus maneras expeditivas. No te equivoques con ella nunca. Porque te expulsa del paraíso trianero que tiene en Pagés del Corro sin necesidad de lucir una espada flamígera. Le basta su voz de bajo. La primera muestra de su carácter la dio en el colegio de monjas donde estudiaba. Tenía solo cuatro años. Y ya prometía. La profesora le dijo que era un caso. Y ella, sin dejarse intimidar por la autoridad, respondió: y tú una cacerola.

Bajo esa rupestre personalidad, labrada sobre el granito del temperamento y la berroqueña veta de su naturaleza, se esconde un peluche tierno y generoso, que ha ayudado a tanta gente que la Anselma podría ser el nombre de una ONG. Pero eso lo lleva en silencio. Como le gusta que se traten sus cosas más personales e íntimas. Desde un billetaje para sacar del apuro mensual a un tieso a unas fiebres inoportunas que acaloren su salud. Todo eso va en la talega del anonimato.

Con el desparpajo al uso, le dijo a los hijos de una aristócrata con más alcurnia que la reina de Inglaterra: tu madre será grande de España pero dile que tiene que cambiar de peluquero…

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