También se la llamó, Barrionuevo, Palomar, Vinagre, Callejón de Portugalete, Corzo incluso parece que (?) Tejares.
La dominación musulmana afianza en Sevilla una artesanía ya practicada por los pueblos primitivos y posteriormente por los fenicios, romanos y visigodos. Lo mismo que los fenicios aportaron la rueda o torno, los árabes aportaron la técnica del «vedrio», traída desde el lejano Oriente, dándole un máximo de perfección y belleza a la manipulación de la obra de tierra o cerámica.
Durante el período almohade Triana se consolidó como alquería, pero paralelamente a este hecho —y por su proximidad a los tajos de arcilla de la Vega y al río— se convirtió en el lugar ideal para la práctica de la alfarería.
Posiblemente la alquería tuvo dos caseríos; uno de ellos en el lugar de Los Remedios y el otro hacia la mitad de la calle Alfarería, sitio donde se encontraron al hacer nuevas construcciones, restos de cerámica y grandes tinajas de barro enterradas en el suelo, similares a las existentes en el cortijo de Bujalmoro de Dos Hermanas.
Aunque hubo alfares dispersos por toda la vega, las continuadas correrías de los otros reinos moros y las posteriores de los cristianos, hicieron que estos se redujeran al interior del recinto protegidos por el gran foso de la Caba, con sus torreones defensivos y al amparo de las fortalezas. Árabes y mozárabes convivieron allí, cultivando la tierra y elaborando la obra cerámica que se desarrolló más en la zona cercana a la gran fortaleza, al Altozano y a la ruta principal del Aljarafe.
Tras la conquista de Sevilla los cristianos conjuntamente con los moriscos, siguieron practicando la artesanía heredada de los árabes. Lo que en principio fueron alfares al aire libre se fueron rodeando de casas y huertos, apareciendo un núcleo de población aceptable que se señaló como un barrio nuevo.
El nombre de «Barrionuevo» aparece ya en el padrón de vecinos y moradores del Barrio de Triana de 1482, así como en el de cuantías de 1486 y supone ya la existencia de un camino o senda de comunicación entre el antiguo camino a Tomares y San Juan de Aznalfarache (calle San Jacinto) y la Vega. La zona del barrio nuevo de Triana será siempre conflictiva en cuanto a su gestación. Curiosamente con su situación, en el plano elaborado por Guichot sobre la Sevilla del XVI-XVII —que figura en el Museo de Costumbres Populares— aparece la calle de Barrionuevo como una intermedia entre las de Castilla y la actual Alfarería. ¿Qué datos manejó Guichot para llegar a esta conclusión…? ¿O es que su trazado primitivo no coincidía realmente con el actual…?
Dejando a un lado esta cuestión se ve que en principio sólo existió el barrio nuevo, ocupando el área comprendida entre la trasera de calle Castilla y el foso de la Caba Vieja, con una calle o senda que se conocía con el mismo nombre. Así permaneció como único tramo, por lo menos hasta el primer tercio del siglo XVI (Padrón de 1533).
Cabe suponer que hasta esta fecha el espacio frente al Castillo no estaba edificado y que la calle comenzaba en el cruce actual de las de Alfarería y Antillano Campos y que al cubrirse este por la actividad de los olleros y esparteros se originó una nueva manzana limitada por las calles de San Jorge, la de Matamoros (como penetración desde esta última al barrio nuevo y la Caba), y la del Palomar desde Santo Domingo. Así aparece el nombre de Palomar (Padrón de armas de 1691) como primer tramo de la calle que nos ocupa, nombre que tomó del corral del Palomar, que allí existía y que aparece señalado en los padrones del Barrio de 1705 y 1706 conjuntamente con el de la calle. Se ha dicho que el rótulo de Palomar fue debido a la torre del mismo nombre del Castillo de la Inquisición; efectivamente hubo una torre de este, conocida así, pero daba al río (según papeles existentes en el Archivo Histórico Nacional citados por Santiago Montoto en su «Sevilla en el Imperio»). Con estos últimos nombres se conoce la calle en los padrones de 1691, 1702, 1705, 1706, 1794 y 1821. Al recorrido que sólo llega en esta época.