
La Real Parroquia de Santa Ana es conocida como la Catedral de Triana.
Una de las primitivas parroquias instauradas en Sevilla tras su conquista en 1.248 por Fernando III fue la de Santa Ana que, además, era la única que se encontraba fuera de las murallas de la ciudad.
Fue iniciada la construcción en tiempo de Alfonso X el Sabio, que recibió milagrosamente la curación de un ojo, y decidió edificar esta iglesia en honor de Santa Ana. Podéis leer toda la historia aquí.
Al encontrarse fuera de la zona amurallada, la edificación inicial estaba fuertemente fortificada, conservándose de esa época las almenas en alguna de sus cubiertas.
Como es habitual en las iglesias de la época, el edificio cuenta con tres portadas, labradas en piedra. La portada del Evangelio es la única que conserva su diseño gótico-mudéjar; presenta numerosas arquivoltas, las dos exteriores sin abocinar y adornadas con puntas de diamante, y las interiores abocinadas y de anchura doble. Sobre el tímpano luce un dintel con dieciséis cabezas de león labradas que sostenían un tejaroz ya desparecido.
La portada de la Epístola es mucho más sencilla, con tres arcos ojivales sobre pilares lisos y capiteles de moldura.
La portada Principal está aún más reformada, con forma adintelada, dividida en dos cuerpos de estilo neoclásico. El inferior muestra dos columnas junto a las jambas que sostienen dos frontones, el de abajo partido y el superior completo. El superior está algo más adornado, con un óculo en el centro y frontón arriba, rematado por jarrones de cerámica.
Las fachadas exteriores se adornan con una serie de retablos cerámicos, que se detallan a continuación:



Continuará
José Becerra
Fuente: Leyendas de Sevilla
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