
La imagen de la Virgen Milagrosa se sitúa frente a la iglesia de San Gonzalo, templo neoclásico comenzado a construirse en plena Guerra Civil al mismo tiempo que la ampliación del Barrio León, colocándose la primera piedra en el verano de 1938. Se terminó cuatro años después, encomendándose a la Congregación de la Misión de los Padres Paúles. Por eso no es de extrañar que la Virgen Milagrosa presida su altar mayor junto a la imagen de San Gonzalo, escultura realizada por el famoso imaginero Antonio Castillo Lastruci, santo que fuera elegido titular de la iglesia al ser Gonzalo el nombre del general Queipo de Llano.
La fachada de la iglesia es muy sencilla, adornada su entrada por cuatro columnas y sus paredes por dos retablos cerámicos de San Gonzalo pintados por el ceramista Eduardo Acosta en 1939, en la fábrica Hijo de José Mensaque y Vera. Sin embargo la decoración cerámica de su interior, a base de azulejería realizada en 1954 en la fábrica de Ramos Rejano, la enriquece sobremanera.
Entrad si la encontrarías abierta y visitadla.
Sin duda se os irá la vista hacia el zócalo cerámico de dos metros de altura donde destacan hasta cuarenta y seis cartelas de santos e imágenes devocionales de la ciudad y de la comunidad de los Paúles. Fueron realizadas la mayoría por el ceramista Alfonso Chaves.
También destaca a los pies de la nave del Evangelio un bello retablo del Bautismo, así como un Vía Crucis de azulejos repartido por toda la iglesia, ambos trabajos del mismo autor.
Pero sin duda donde deberéis deteneros es delante del Altar del Sagrario, delante de Nuestro Padre Jesús en Su Soberano Poder ante Caifás y Nuestra Señora de la Salud, titulares junto al Santísimo Sacramento y San Juan Bautista de la conocida como Hermandad de San Gonzalo.
Fue en el año 1942 cuando se fundan dos hermandades en esta iglesia, una sacramental y otra de penitencia. Ambas se fusionaron en 1953, formándose una sola que desde entonces ha aglutinado la devoción no solo del Barrio León, sino de toda esta zona de Triana.
La portentosa imagen del Cristo del Soberano Poder fue tallada por Luis Ortega Brú en 1975, en sustitución de otra de 1961 realizada por Castillo Lastrucci muy deteriorada por la carcoma, que a su vez había reemplazado a la primitiva del año 1943 tallada por José Luis Pires. Representa justo el momento en el que Cristo proclama su condición de Hijo de Dios ante el sanedrín judío presidido por Caifás. Yo soy, se puede leer en su peana.
Fijaos en su expresivo rostro, su cuerpo en movimiento y sus manos abiertas a pesar de la soga que las amarra.
Acompañándolo como siempre hace una madre, situada a su derecha, veréis a la Virgen de la Salud, motor devocional del barrio sin lugar a dudas. Su rostro fue tallado por Luis Ortega Bru en 1977 en sustitución del primitivo que realizara Rafael Lafarque al poco de la fundación de la hermandad, muy dañado en el incendio que la parroquia sufriera el Viernes Santo del año 1977, como ya dijimos.
Ahora abandonad la iglesia y la plaza de San Gonzalo y callejeando un poco buscad la Plaza Anita, el corazón del Barrio León. Los trianeros mayores la recuerdan como el lugar de juegos y esparcimiento de su niñez además del sitio donde los vendedores ambulantes paraban con sus mercancías y los vecinos hacía corros en amenas tertulias. Ahora es un plácido rincón donde parar y tomar algo en la terraza del Bar Madera.

Este sería el momento de recordar las palabras de Santiago Martín Moreno, criado en el Barrio León, escritas en el número 70 de la Revista Triana:
El Barrio León es descanso para el ánimo a veces entristecido por el sopor propio de los días bajos; y es grato cuando a esa hora de la tarde, comienzan a desperezarse los jazmines que en los patios y cual si de millares de luceros se tratara, se abrirán a los cielos, mientras que en ellos las estrellas se harán eco de aquellos jazmines ya abiertos en el nidal de sus arriates, y los gorriones comenzarán a formar un revuelo propio de cada atardecer en la continua búsqueda de ese brazo amoroso sobre el que pasar la noche. Un revuelo que, dicho sea de paso, ameniza el tranquilo ambiente de los naranjos en flor, desde muy tempranas horas.
Después de la parada en la Plaza Anita es hora de regresar a la de San Gonzalo y por ella llegar a la esquina donde comienza la calle Giralda, que tendréis que recorrer hasta alcanzar la entrada lateral del Mercado de San Gonzalo.
(Continuará)
José Javier Ruiz, del libro Callejeos por Triana.
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