La leyenda de la Virgen de los Reyes, patrona de Sevilla

Según la tradición, san Luis IX de Francia regaló a su primo Fernando III el Santo de Castilla una imagen de la Virgen venerada aún hoy, 800 años después, por los sevillanos, con el título de Virgen de los reyes, aunque existe en la ciudad una leyenda distinta sobre el origen de esta talla.

La tradición

Luis IX era primo del rey Fernando III el Santo. Cuenta la tradición que regaló al rey de Castilla y León la imagen de la Virgen, sentada, con su hijo sobre las rodillas, a la que se llamó Nuestra Señora de los Reyes, por ser un regalo del rey de Francia al rey de Castilla. No obstante, para nosotros los sevillanos hay una bellísima leyenda sobre el origen de la celestial imagen:

La leyenda

Cuenta la leyenda que Fernando III, en los campos de Tablada, antes de la toma de Sevilla a los árabes, tuvo en sueños la visión de la Virgen, sentada, con su Hijo en brazos, que le dijo: «Fernando, por tu gran piedad, yo te prometo que habrás de conquistar Sevilla».

 

El rey conquistó la ciudad y encargó a varios escultores que reprodujeran la imagen que él había visto en sueños. Le presentaron varias imágenes, pero el rey Fernando decía que no eran igual, hasta que llegaron a Sevilla tres jóvenes escultores en viaje de estudios artísticos. El rey los acogió amablemente. Ellos, agradecidos, le dijeron que quisieran regalarle una imagen de la Virgen, con la «única condición de trabajar sin ser vistos». Se les preparó una habitación para su trabajo. Una de las sirvientas de palacio, al cabo de unas horas, oyó música celestial en el aposento y miró por la cerradura. Los escultores no estaban trabajando, estaban arrodillados y los envolvía un gran resplandor. Fue a comunicárselo al rey, que entró en la estancia y encontró la imagen de la Virgen, exactamente igual a la que había visto en sueños.

 

 

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Los escultores habían desaparecido, allí no estaban y no había otra puerta por donde pudieran haber salido. Se dio cuenta el Rey en aquel momento que esos tres muchachos eran ángeles y que le habían dejado allí la Virgen como regalo divino.

Los centinelas confirmaron que nadie había salido del Alcázar y los escultores sevillanos certificaron que era imposible haber tallado aquella imagen en tan poco tiempo.

Así también lo declaró el obispo Don Remondo y, considerándolo un milagro.

El rey Fernando colocó las llaves de la ciudad a los pies de la imagen de la Virgen de los Reyes a la que ofreció la ciudad como su verdadera conquistadora. Habilitó la mitad de su tienda para colocar la sagrada Imagen y la llevaba en sus contiendas. Aprendió lo que había oído en aquella visión de los labios de la Virgen Santa María. Yo soy la reina de los reyes y los reyes reinan por Él, “per me reyes regnant”. La reina doña Juana, que al igual que doña Beatriz visitaba a su esposo durante las campañas,se preocupó de vestir con ricos brocados y tocas de encaje al igual que una reina a la Reina de los Reyes.

 

Fernando III el Santo dejó escrito en su testamento el deseo expreso de ser enterrdo a los pies de esta imagen, por eso podemos ver en la Catedral de Sevilla, en la capilla real, el altar de la celestial Patrona de nuestra Archidiócesis de Sevilla y, a sus pies, la urna de plata con el cuerpo incorrupto de san Fernando. También vemos el sepulcro de su mujer, Beatriz de Suabia, y de su hijo, Alfonso X el Sabio.

 

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