
¿Se han dado cuenta ustedes, alguna vez, que la cabeza va por un lado, el corazón por otro, y la realidad pone a ambos en su sitio? Yo, todas las mañanas, nada más despertarme y abrir la prensa con mi primer café. La gente normal abre la prensa y después de leerse los titulares, va a ver qué ha pasado en su ciudad; yo no.
Puedo vivir a caballo entre Madrid y Valladolid, pero voy a informarme primeramente de lo que me cuentan los diarios de Sevilla; me lo pide el corazón y ese capricho no se lo niego, faltaría más… No viviré entre ustedes, pero necesito saber de sus gentes, sus calles, el devenir diario y sentir que, de alguna manera, estoy ahí y cruzo el puente de Triana cada día y voy a dar los buenos días a mi Virgen, y tomarme una cervecita debajo de un naranjo en la Plazuela de Santa Ana… Cosillas pequeñas que me hacen muy feliz pensarlas y sentirlas.
Y aprovechando que el Guadalquivir pasa por Sevilla, ayer leí la siguiente noticia “La O: A las 21 horas del día 25 de enero, 2ª sesión formativa del taller dedicado este año al tema «Los Sacramentos de Iniciación Cristiana», tratando en esta ocasión el tema «La Eucaristía»” Y según terminé de leer sonreí porque mi cabeza inmediatamente se trasladó a meses atrás cuando haciendo limpieza en la habitación de mis hijos, se cayó una carpeta al suelo. Al recogerla, la goma se soltó y salieron volando papeles. Uno de ellos se podía leer con letra infantil “Examen de catequesis” y escrito en rojo y en un circulo bien marcado un cero. Sí, un cero tan grande como una catedral.
El examen consistía en decir las partes de la misa y mi hijo había escrito “La iglesia, los bancos, el cura, el ayudante del cura, el vino que le gusta a mamá, la hostia o pan tieso, el sermón del cura, el libro gordo que lee el cura y la mesa”… Ya está.
Había pasado años pero en ese momento cuando terminé de leer, me puse roja como la grana. La vergüenza me iba y se venía de la punta del pie hasta la cabeza. Claro, cuando el sofocón se me pasó, eché unas buenas carcajadas porque mi niño ya apuntaba maneras desde chico.
Se preguntarán si mi hijo hizo la comunión… Por supuesto y vestidito de marinero, aunque antes de ir a confesarse por primera vez me hizo prometerle que nada más terminar la misa, él se pondría la equipación de futbol que le habían regalado, y preguntó a su abuela Teresa “Abu, ¿estás segura que no nos confundimos de Dios? Mira que si me equivoco, ¿cómo me voy con el otro si ya me he casado con uno?”
Sí, sí, mi niño tenía una buena empanada mental y mi madre, la Abu del niño, escandalizada por la educación que estaban dando su hija y su yerno a sus nietos…
Sonó el teléfono y mis recuerdos como mis sentires fueron llamados por la realidad cotidiana.
MªÁngeles Cantalapiedra, escritora
©Al otro lado del tiempo ©Mujeres descosidas ©Sevilla…Gymnopédies
PD: Foto extraída de la Hermandad de la O