Las abacerías y tiendas de ultramarinos

Abacería, tiendas, otros tiempos, Triana,

Sobre nuestro estómago en otros tiempos.

No existiendo el frigorífico que llenar de condumios, los carritos de supermercados sólo se veían en las películas de Doris Day.

Entonces disfrutábamos de las tiendas de diario, las abacerías, los ultramarinos (¿a que suena mejor que hiper?), y los que despachaban tenían nombre y rostro de personas y mandil de pringue familiar; se frecuentaban las esquinas donde se hablaba con acento montañés y se leían nombres hermosos como La Unión Palentina, El Reino de León, Villa de Reinosa, El Centro de Castilla, o los más sonoros o rotundos como La Bomba o El Cañón… «empresas» todas de capital español muy cotizadas en la bolsa de la compra.

Y teníamos «la plaza», nuestra plaza de abastos con afectuosos proveedores de cabecera, especialistas en los estómagos de la familia que hasta nos fiaban… Antes comprar era tratar a los amigos. Así que cuando la crisis nos saluda le estrechamos la mano como a un camarada.

 

Ángel Vela Nieto