Menchu, presidenta de la Fundación Gracia y Paz

Menchu presidiendo un Comisión Ejecutiva de la Fundación Gracia y Paz

De querer «hacer algo» a Presidenta de la fundación Gracia y Paz.

María del Carmen (Menchu), natural de Antequera, es vecina del barrio desde hace 40 años.

Se casó y se vino a Sevilla; Tras vivir en varios sitios al final se instalaron en Triana definitivamente.

 «La gente aquí es muy acogedora», sin duda es lo que más le gusta del barrio.

Cuando llegó a Triana, y aunque ya tenía 4 hijos (y 2 que vinieron después), estaba en un momento de su vida en que pensaba que sería bueno participar de la vida ciudadana del barrio, o hacer algo por los demás en algún voluntariado.

De modo que empezó a participar en alguna de las actividad del colegio de sus hijos y colaboró en las actividades de participación ciudadana de un partido político.

Por esas fechas fue cuando en la parroquia de San Joaquín hicieron un llamamiento de colaboración para una nueva asociación benéfica que se había creado  -Gracia y Paz-  que actuaba en el ámbito de las personas mayores más desfavorecidas.

A este llamamiento acudieron no sólo ella, sino mucha gente de buena voluntad (-«que en Triana hay muy buena gente»-) que ayudaban en todo lo que se necesitaba. Iban a visitar a los ancianos en sus domicilios, les organizaban actividades, los aseaban, estaban con ellos y consolaban en su caso…

Menchu junto a un grupo de vecinos de Triana y otros colaboradores, durante una excursión organizada para los ancianos.

¿Qué de dónde sacaba el tiempo con 6 hijos? Pues supone que «organizándose».

Ocurrió que en cierta ocasión, y por un caso de fuerza mayor,  Menchu tuvo que hacerse cargo de una responsabilidad porque la persona que lo llevaba tuvo una incidencia y ella era la persona que estaba disponible más a mano.

Y así, empezó a meterse a fondo en la Asociación Gracia y Paz.

Con el tiempo y gracias a toda la buena gente, Gracia y Paz creció. Se habían conseguido casas para acoger a los mayores y se les atendía en ellas. Se habían hecho muchas cosas.

También con el tiempo, aparecieron normas legales que regulaban lo que debía ser la atención a los ancianos y las residencias para mayores. Esto les planteó un problema grave.

Todos los que trabajaban eran sólo gente voluntaria que hacían algo por los mayores pero no eran profesionales. Y las casas eran casas, pero no residencias. Había que elegir:

O se adaptaban a la normativa o tenían que abandonar y dejar a su suerte a los pobres ancianos.

La decisión era dura, no era fácil ya que si seguían, suponía meterse en asuntos de mucha envergadura. No obstante, pensaron que antes de desistir, podían intentarlo.

Así que hubo que entrar en toda la parafernalia burocrática. Hacer una separación entre lo que era la atención al anciano y lo que era la asistencia humana y espiritual.

Tuvieron que elaborar estatutos, constituirse legalmente como fundación, adaptar las casas a la normativa, reformarlas, contratar personal cualificado, resolver con la administración, se federaron a Lares…

En  un momento dado, cuando hubo que sustituir al presidente, la eligieron a ella Presidenta de la Fundación Gracia y Paz y en ello lleva desde el año 2000, pero aclara que aunque ella sea la que figure, detrás de ella hay un equipo humano de hombres y mujeres comprometidos (todos voluntarios) que dedican su tiempo y esfuerzo, incluso a veces su dinero, para que esto continúe adelante.

Al preguntarle por la situación actual comenta que de momento han llegado hasta aquí, han atendido a muchos ancianos haciéndoles lo más feliz posible el final de su vida. De ahora en adelante «Dios dirá».

Es consciente de que todo lo que se ha hecho. Actualmente gestionan 3 residencias para mayores perfectamente adaptadas a la normativa, han creado puestos de trabajo dando empleo a 60 personas y sobre todo han hecho que el final de la vida de muchos ancianos haya sido lo más confortable posible.

De visita en una de las residencias
Conversando con algunas ancianas

Ahora, aunque es abuela de 11 nietos, sigue una vida activa.

Comenta que en el barrio ha colmado todas sus expectativas, que dentro de la misma Triana ha tenido posibilidad de dar salida a ese deseo de «hacer algo más» sin tener que ir lejos.

Aunque ahora los tiempos son complicadísimos y más  si cabe para el sector solidario, tiene la satisfacción de que al menos durante estos años, ha hecho algo por los demás.

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