Mikaela, la trianera universal

Mikaela (1)

Mikaela,

la de color de avellana,

la morisca, la gitana,

la española sevillana…

Mikaela, la de Triana,

artista porque le mana

y porque le da la gana…

Mikaela, la de Triana… 

La increíble, por su bella esbeltez; la espigada niña de la calle Castilla, frente a Chapina, fue una artista total que supieron admirar altos intelectuales de la izquierda exilada y de la que nunca se acordó la izquierda de su tierra, porque, a veces, molestan los buenos ejemplos. Micaela del Carmen, víctima de la leucemia, falleció la madrugada del Viernes Santo de 1991 mientras su sagrada imagen de la Esperanza andaba por Sevilla después de haber sido televisada (Canal Sur) su andadura por el barrio, desde la capilla hasta el epicentro del puente. Tuve la fortuna de estar en aquella retransmisión al lado de Manolo Garrido y Antonio García Barbeito. Era mi papel hablar de las esquinas del recorrido, hablar del barrio. Y ocurrió que durante una larga pausa en el Altozano, sabiendo que Mikaela se hallaba gravemente enferma, nombré la calle Castilla -fuera de la ruta- para recordarla. Y quien nos iba a decir que en esos momentos agonizaba en un hospital de Madrid… En El Correo de Andalucía quedó aquella historia días después.

Ángel Vela nieto

He aquí una interesante reseña acerca de la trayectoria artística de esta cantante y actriz trianera que paseó su acento por medio mundo. Más allá de haberse conformado con ser una entre tantas folclóricas, se codeó y mantuvo fuerte amistad con literatos como León Felipe, Rafael Alberti, Miguel Ángel Asturias o María Rosa León, entre muchos nombres. Cantó a los poetas, hizo cine y recibió premios por medio mundo…  

Mikaela (4)

 

 Reseña histórica

   Con los anteriores versos, el escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias, premio Nobel de Literatura, define a Mikaela, cantante y actriz sevillana de repercusión internacional que puso su voz al servicio de la canción española e iberoamericana, del flamenco y de los grandes poetas del siglo XX.

 

            Micaela Rodríguez Cuesta (1935-1991), que así era su verdadero nombre, nace en la sevillana calle Castilla, en el corazón de Triana. Desde muy niña, Mikaela muestra dotes para el baile y la canción alegrando a sus vecinos con su natural gracia. Comienza a recibir clases de solfeo, piano, guitarra e ingresa muy pronto en las academias de Adelita Domingo y Eloísa Albéniz donde estudia canto y ballet clásico español dando muestras de una acuciada personalidad que la lleva a participar en festivales infantiles y en las ondas de Radio Sevilla. Gracias a estas primeras experiencias es contratada para formar parte del elenco de distintas compañías teatrales con las que recorre Madrid y Barcelona y posteriormente tomando protagonismo en el espectáculo Copla y suspiro —encabezado por El Príncipe gitano y su hermana Dolores Vargas “La terremoto” estrenado en el Teatro Calderón de Madrid—.

            De ahí a su estrellato radiofónico participando en el más famoso programa de la época, Cabalgata fin de semana (Radio Madrid) donde, gracias a la votación del público, actúa durante treinta y dos semanas consecutivas. El mítico presentador de radio chileno Bobby Deglané fue quien acierta bautizándola con su nombre artístico definitivo: Mikaela con “K”. El cine no tarda en reclamar su figura, primero en La pecadora (1956) protagonizada por Carmen de Lirio y seguidamente en Aquellos tiempos del cuplé(1958) con Lilian de Celis a la cabeza. Precisamente, esta película la lleva al teatro formando parte del espectáculo El pleito del cuplé, estrenado en julio de 1958 en el Teatro Goya de la capital española donde demuestra su versatilidad alternando la interpretación de cuplés y números bailables.

Mikaela (3)

            Tras su rutilante éxito sobre las tablas, recibe un interesante contrato por parte del empresario Barrios Gómez para viajar a México durante cuatro semanas, que se convertirían en dieciséis meses, y la prensa la proclama: “lo mejor de España”. En el país azteca conoce al poeta León Felipe, con el que estudia declamación y quien la conecta con el grupo de intelectuales españoles en el exilio. En México, Mikaela debuta en el teatro, actúa en televisión e incluso participa en dos películas: La vida de Agustín Lara (1958) dirigida por Alejandro Galindo y La llamada de la muerte (1959) de Carlos Orellana. Firma entonces con la discográfica Montilla y graba en México su primer LP publicado en Estados Unidos bajo la dirección del maestro y musicólogo español Manuel García Matos. A su vuelta a España, Mikaela rueda La rosa roja (1960) dirigida por Carlos Serrano de Osma y, seguidamente, es contratada como artista exclusiva de Hispamer rodando las coproducciones La reina del tabarín (1960) y Vampiresas 1930 (1961) dirigidas por Jesús Franco, así como Las tres espadas del zorro (1963) y Gringo (1964) bajo las órdenes de Ricardo Blasco, donde alterna su interpretación con números musicales.

            Mikaela triunfa dentro y fuera de la gran pantalla. A sus intervenciones cinematográficas se suman diversas grabaciones discográficas, así como su constante participación en múltiples televisiones europeas, iberoamericanas y estadounidenses, durante sus largas giras internacionales. En 1964 graba una canción que se convertiría en el buque insignia de su carrera musical: “La luna y el toro”, que se alza con la Placa de Oro de Radio España y logra ser el disco más vendido de 1965, momento en que vuelve a versionar la rumba “Río Manzanares”, otro gran éxito que se incluyó en la banda sonora de la películaAgente 077 dall’ oriente con furore (París-Estambul sin regreso), dirigida por Terence Hathaway. El mismo año, el prestigioso director italiano Mauro Bolognini cuenta con ella para protagonizar Madamigella di Maupin, una cinta basada en la novela del francés Théophile Gautier alcanzando con ella una de sus máximas interpretaciones como actriz.

            Durante la década de los sesenta, Mikaela sorprende al público español e internacional despojando, definitivamente, a la copla del traje de faralaes. Sin renunciar a la tradición y a sus raíces, opta por cantar la canción española e iberoamericana vestida de noche con diseños de relevantes modistos como Pertegaz, Natalio o Dior. Con un novedoso enfoque, Mikaela popularizó en España canciones iberoamericanas con arreglos de rumba flamenca tales como los valses: “Historia de mi vida”, “Que nadie sepa mi sufrir”, “Ódiame” o la ranchera “Llegando a ti”. Realizó sentidas versiones de la polca “Acuarela del río”, la ranchera “El peor de los caminos” o los boleros “Tu voz” y “Contigo aprendí” e incluso una particular versión del tango “Frente al mar”. Gracias a su intuitiva capacidad artística, recuperó y transformó desde canciones rusas o francesas (“Canción de los ojos negros” y “Háblame de amor”) hasta canciones correntinas (“Río manso”), pasando por la imborrable huella del cuplé de principios de siglo (“Doña Mariquita”) y especialmente coplas, logrando sonados éxitos discográficos con revisiones de pasodobles como “¡Eh, toro!”, “Doce cascabeles”, “Coplas de Luis Candelas”, “Triniá” o “La cruz de Mayo”.

            En 1966 publica en el sello Zafiro una de sus obras discográficas maestras: Mikaela interpreta García Lorca, un LP que, no sin muchos problemas, logró grabar junto con la Orquesta Sinfónica de Madrid bajo la dirección y arreglos de Rafael Ibarbia. Embebida por un ambiente intelectual y comprometido, Mikaela fue contratada en 1967 para protagonizar Soluna, la primera película llevada al cine sobre una obra del premio Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias y dirigida por Marcos Madanes que representó a Argentina en el XXI Festival de Cannes celebrado en 1968. Justamente, en ese año empieza a gestar el que se convertiría, sin lugar a dudas, en su disco más difícil y en el de mayor envergadura musical y cultural: Mikaela canta poesías de Rafael Alberti. Para ello, encarga al insigne compositor Antón García Abril dar forma musical a una docena de poemas de Rafael Alberti, elegidos entre más de trescientos textos procedentes de sus primeros libros. El dramaturgo Alfredo Mañas y el propio poeta –exiliado por entonces en Roma- se encargaron de adaptar los poemas para ser cantados en un proyecto que se extiende durante varios años y que financió en su totalidad la artista sevillana. Más de 4000 horas de trabajo se necesitaron para la grabación del disco que, finalmente, publicó en marzo de 1970 la discográfica Belter en donde Mikaela se acompañaba de la Orquesta Sinfónica de Barcelona, dirigida por el propio García Abril y con portada y dibujos del poeta del Puerto de Santa María.

Mikaela (2)

            Su enorme amistad con literatos e intelectuales del momento, brindan a Mikaela la oportunidad de ofrecer recitales por medio mundo cantando su versión de canciones firmadas por Manuel de Falla, Isaac Albéniz, Joaquín Turina, Enrique Granados o Pablo Luna. Recordadas son sus giras de 20.000 kilómetros por la antigua Unión Soviética y su actuación en la Coronación del Sha Mohamed Reza Pahlevi en Teherán, donde cantó sus éxitos más aplaudidos. En 1971 publica en Belter dos villancicos escritos por Miguel Ángel Asturias con música de Ricardo Ceratto, cuyos beneficios fueron destinados íntegramente a la fundación UNICEF. En el I Festival de la Canción de la Paz celebrando en Valladolid, Mikaela se alza con el Premio “Paloma de plata” a la mejor letra con “La paz en tres letras” –composición, también, de Miguel Ángel Asturias y Ricardo Ceratto-.

            Entre los numerosos premios y reconocimientos obtenidos por Mikaela a lo largo de su trayectoria artística se encuentran la citada Placa de Oro de Radio España, el título de Hija adoptiva de Puerto Rico y Llave de oro de la ciudad, Antena de Oro de Radio Nacional, Medalla a la popularidad de la Televisión en Nueva York, artista popular por el diario Pueblo, Madrina de los inmigrantes españoles repartidos por Europa, Madrina del gremio de Hostelería de España (ABE), Tronadora de Honor de Valencia o Medalla de Monte Sión de Israel, entre otros tantos galardones. A lo largo de los más de veinticinco años de carrera en activo, recorrió con devoción todas las ciudades y provincias españolas y actuó frecuentemente en países como Italia, Francia, Alemania, Reino Unido, Portugal, Grecia, Bélgica, Suiza, México, Argentina, Puerto Rico, Venezuela, Nicaragua, Estados Unidos, Irán, Israel y las antiguas Unión Soviética y Yugoslavia, entre otros destinos.

            Durante la década de los años ochenta, Mikaela se retira de los escenarios para disfrutar en privado de su vida personal y familiar. Falleció prematuramente en Madrid, el 29 de marzo de 1991, víctima de la leucemia, tras someterse a un autotransplante de médula ósea. Mikaela fue una artista de acusado estilo, elegante, cercana, humilde y amable en el trato. Su belleza atemporal y su elevada estatura no fueron las únicas armas para encandilar a medio mundo, sino su constancia y empeño por buscar la excelencia dentro del arte popular. En sus viajes siempre se interesó por el folklore de cada país y sus gentes, buscando la universalidad de la cultura. Se esforzó por hacer de cada interpretación una metamorfosis distinta y única. Siempre rodeada de un halo de misterio, sus enormes ojos y su lunar junto a la boca evocaban casidas angostadas a la sencillez de su persona: una sevillana que vino a convertirse en el exotismo del arte.

Álvaro Beltrán Benjumea Cobano
(Filólogo, investigador y especialista en música española)

 

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