RELATOS DE VERANO…La suerte llamó dos veces

verano

Cristina deshace la maleta a toda velocidad. Ha querido aprovechar sus vacaciones hasta el último minuto por eso pidió cambio de turno y entra a trabajar a las diez de la noche. “Han sido unos días fantásticos” Se dice mientras baja de dos en dos las escaleras y se topa con Ana, la del segundo B, más blanca que el pan, más flácida que una hoja de lechuga de la semana pasada.

– ¡Hooooooola!

– ¡Mierda, estás conguito! -Ana chascó con fastidio sus dientes.

-Sí, acabo de llegar de vacaciones. Solo una semana, pero han sido las vacaciones de mi vida. Llevaba ahorrando tres años y me he ido de crucero. Y tú, ¿no te vas?

-Llevaba en paro más de un año y justo he comenzado a trabajar hace cuatro días. Ya ves qué faena…

– ¿Qué tienes curre? ¡Guau! Hay que celebrarlo.

-Mucha celebración, pero llevo dos veranos sin comerme un rosco

– ¿Qué dices? Sevilla en verano es bárbara. Yo he estado tres años sin poder salir y me lo he pasado en grande. La piscina municipal, los conciertos de verano. Y en agosto, La Virgen de los Reyes. ¡Las verbenitas, niña! Mira me voy a trabajar que no llego, pero mañana hablamos y quedamos. Agosto es una delicia en Sevilla. Hay menos trabajo, menos gente y conoces tu ciudad. Venga, no me seas negativa.

Cristina salió disparada, Ana dejó la basura en el contenedor y se subió a ver el programa basura de turno en la tele, Harta, amargada y pensando a ver qué decía, qué excusa ponía a Cristina si llamaba. Primero no la quería contar que estaba de mujer de limpieza en una empresa después de haber estudiado una carrera, ser el número uno de su promoción y mirar por encima del hombro a todos los vecinos de la casa a los que había tratado como analfabetos y pueblerinos. Ahora, todo lo que ganaba era para vivir aceptando cualquier trabajo de mierda, pero había que vivir como fuera. El sueldo era mísero y no la quedaría ni para una cerveza. Se levantó y fue a por el monedero. Lo abrió y encontró sus últimos seis euros. Tragó saliva, apagó todo y se metió en la cama.

Hacía un calor insoportable, porque Sevilla en verano es casi un crematorio, otra noche sin dormir y entraba a las siete a trabajar. Abrió la ventana, un suave murmullo llegaba de las terrazas; sintió envidia y apretó los ojos en ademán de olvidar y que el sueño evaporara por unas horas su negro presente. Y Ana se fue casi sin dormir y se subió al autobús como un zombi y una voz le dijo que, si quería comprar un cupón de la ONCE y, al levantar la cabeza, encontró una sonrisa fresca y unos ojos ciegos en un rostro de niña. Sintió lástima, abrió el monedero y sacó unas monedas guardándose el cupón. Al entrar en la empresa salían los del turno de noche y, entre ellos Cristina, que se alegró de verla prometiéndole la llamada y Ana odió su alegría, odió su presente mientras se ponía su uniforme.

Volvió a las tres, subió a hablar a la casera para decirla el nuevo retraso del pago del alquiler; se tragó su orgullo y cuando llegó a casa se durmió vestida. Se despertó con el sonido del móvil, era ya casi de noche. Descolgó, era Cristina que la invitaba a unas cañas en la Alameda de Hércules pues la había tocado un cupón de la ONCE. Sus excusas fueron tan pobres que, a la media hora, sonaba el timbre de la puerta; era Cristina y no la quedó más remedio que ducharse y ponerse cualquier cosa y salir detrás de Cristina, advirtiéndola que no tenía dinero. Otra vez tragándose el orgullo.

Y llegaron a la calle, y fueron arrastradas por la alegría de la gente que saltaba enloquecida con la música de “Siempre así” y volvió a casa igual de pobre y con luz en su rostro. Durmió poco, pero se levantó vital. Cogió el autobús y la ciega trató de venderla otro cupón. Ana meneó la cabeza sonriéndola a pesar de que la ciega no vería su sonrisa y la preguntó “¿Qué número salió ayer?” y la muchacha le cantó el número que llevaba Ana y esta pensó que era el mejor verano de su vida; la suerte había llamado dos veces.

¡Feliz domingo, mis trianeros! Disfrutad a tope

M Ángeles Cantalapiedra, escritora

©Largas tardes de azul ©Al otro lado del tiempo ©Mujeres descosidas ©Sevilla…Gymnopédies ©Un lugar al que llegar