SEÑÁ SANTA ANA

Doña Carmen siempre ha madrugado, desnuda la mañana trianera con el brío que la caracteriza. Es de luz naciente aun cuando Triana duerme el último sueño de la noche. Entonces, ella coge la escoba, araña la acera para que ni una mota polvo desluzca la entrada de su casa ubicada en Bernardo Guerra. Allí nació, allí creció, allí vive, a la sombra de Santa Ana. Después, con un balde va regando sus flores antes de que el calor las atosigue. Y, por último, con una mano empuja el agua que va cayendo como estrellas despidiéndose sobre la acera inmaculada.

Respira hondo, se siente satisfecha, se coge un cafelito y mira hacia arriba diciendo:

“¡Ay mi Señá Santa Ana! Hoy es tu día, pero a esta hora solo eres mía pues hace rato que el último trianero se recogió al descanso. Ahora, solo despiertas Tú y yo… Anoche, después de orarte un buen rato, fui a buscar a Anita, no quiero que se nos desmadre. ¿Sabes dónde la encontré? Donde siempre, en el Altozano bailando flamenco. Esta niña, Señá Santa Ana, nos ha salío flamenca pura. A duras penas la arrastramos de allí y la llevamos a una caseta de la calle Betis a que comiera unas pavías. Allí estaba Fernandito, mi otro hijo, ya sabes, contando las hazañas con la Cucaña. Sí, Madre, llegó casi hasta el final, pero le dio la risa y al Guadalquiví que fue.

Ni qué contarte mi Fernando…, sí, asistió a La caza del pato, y pato que trajo pa casa. Casi se me ahoga, Señá Santa Ana, se le olvida que ya no tiene edá para perseguir patos por el río, pero la ilusión puede con él y quiere dar ejemplo pa que nuestras tradiciones de la Velá no mueran. Yo le entiendo porque se está perdiendo , una pena. Hoy le guisaré con arroz en tu honor, Señá Santa Ana.

… ¿Te puedo hablar de mujé a mujé…, de madre a Madre? A ti te debo que hoy mi Anita sea verdad como mí Fernandito, ¿recuerdas, Señá Santa Ana? A ti llegué llorando e implorando porque mi vientre no daba fruto. Seco como la mojama y yo sin quedarme preñá. Junté mis manos y te recé, y te hablé de mujé a mujé… Tan pesá me puse que al final me escuchaste…

En fin, Señá Santa Ana, me voy pa dentro. Hoy tos en esta casa saldremos a gritarte ¡Viva Santa Ana! ¡Viva la Vela! Y ¡Viva Triana!

Tu hija siempre y agradecida, Carmen.

¡Feliz semana mis Trianeros!

M Ángeles Cantalapiedra, escritora
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