TODO COMENZÓ EN TRIANA

Mis Trianeros ¡Feliz cumpleaños! Lleváis un año aguantándome, sois más buenos que el pan; muchísimas gracias. Bien, pues para rememorar mi primera hazaña junto a vosotros volveré a contaros cómo me enamoré de Sevilla y de Triana…

Todas las historias de amor tienen un comienzo, un principio, siempre inesperado. Sin buscarlo, un buen día te lo encuentras de frente, de costado, cualquier arista de tu piel está llena de amor. No te lo explicas, no analizas, simplemente lo sientes y te dejas llevar. Y lo más hermoso es que, en cada encuentro, descubres algo nuevo que te encandila. El tiempo te hace descubrir otras facetas de ese amor que, a veces, no son tan hermosas, no idealicemos, pero precisamente ese amor te hace buscar el porqué, el cómo, la comprensión, el perdón, la solución y tirar “Palante”, así se escribe la vida.

Mi historia de amor comienza en un octubre de mil novecientos ochenta y seis, era una cría en todos los aspectos, lo recuerdo muy bien. Llevaba un año casada, acababa de ser madre y todo me venía grande; experiencia cero en todo. Mis padres me vieron tan agobiada que me dijeron que me fuera con mi marido a un viaje suyo de trabajo a Sevilla; ellos se quedaban con mi hijo y me fui.

Me pareció una ciudad hermosa, ya está. Sin embargo, una tarde, un compañero de mi marido, José Manuel, me dijo:

  • Ángeles, hoy te voy a llevar a un sitio que no llevo a todo el mundo, eh, porque no todos comprenden esos sentimientos que crecen dentro de uno, pocos entienden y te miran que no me gusta. Pero a ti te noto que me vas a captar. ¡Vamos!

Eran las seis de la tarde de un octubre meloso. El sol se hacía oro en el río cuando cruzamos el puente de Isabel II y mis ojos chocaron con una orilla colorida de casas de dos, tres, alturas y me paré, ¡poseían tanto encanto encerrado!, que no podía mirar atrás como me indicaba para que viera La Maestranza, o la Giralda. No, yo seguía mirando a las casitas de colores.

Cruzamos y me seguía explicando, pero ahora mis ojos estaban enredados en un árbol gigante. Mentalmente gateé hasta su cúspide y allí me quedé columpiándome en sensaciones nuevas. Mi marido tiró de mí y le seguí, claro. Entonces, José Manuel, con voz emocionada, comentó:

  • ¡Ángeles, bienvenida a Triana!… – y se calló, pero no dejaba de mirarme, de estudiar cada gesto mío-… Ahora vamos a entrar en una calle que se llama Pureza. Estamos muy cerquita de lo primero que te quiero enseñar de mi barrio.

Y fuimos por una calle encantadora de curva sinuosa hasta que José Manuel nos invitó a entrar levantando una cortina muy espesa; era una iglesia.

No sé qué más paso, de verdad, algo dentro de mí mutó. Sé que caminé por el pasillo central, me senté en el primer banco y miré hacia arriba para encontrarme con Ella. Una dulzura en el ánimo me invadió. Cerraba y abría los ojos mientras el aroma a incienso envolvía mi espíritu y la imagen de La Esperanza se apoderaba de mí…, para siempre.

Son sentimientos que no hay palabras suficientes ni coherentes, para explicar. Tan íntimos, tan personales, igual que si formaran parte ya de tu ADN. Solo sé que me siento Sevillana y que mi casa es Triana, o así lo quiero pensar

Hace unos meses, cuando recibí el premio internacional Sial de narrativa 2018 y tuve que ir a Colombia a presentar mi tercera novela, mi editor me pidió que una de mis charlas se llamara “Del Caribe a Sevilla pasando por Valladolid”, me encantó la propuesta porque yo nací en el Caribe, crecí a la sombra de las letras de Delibes en mi querido Valladolid y mi corazón se enamoró, como terminarían los cuentos, por siempre jamás de Sevilla.

Todos mis caminos llevan a Sevilla o pasan por ella, para posarse en mi remanso que se llama Triana…

Un año ya, mis Trianeros, y escribiendo mi sexta novela que también se desarrolla en Sevilla. ¡Muchas, muchísimas gracias, Triana! Por leerme cada semana. Las gracias, también, a Irene Soto y Jesús Daza siempre apoyándome y facilitándome las cosas.

¡Viva Triana!

M Ángeles Cantalapiedra, escritora
©Largas tardes de azul ©Al otro lado del tiempo ©Mujeres descosidas ©Sevilla…Gymnopédies