Triana, 1920.
Como en la botica de los Murillo… de todo este año. Huelga de panaderos y sepultureros, principio y fin de la existencia. Muere Joselito, y Belmonte, huérfano de amigo, estímulo y rival, lo siente como nadie. El Ayuntamiento, sin un duro, recibe un préstamo que le permite seguir respirando. En seguida, la Junta de Defensa de Triana, a través del concejal del distrito, José Casado Muñoz, abogado y comerciante de la calle Castilla (tan castigada por las arriadas), y con el apoyo de otro concejal, Pedro Santos Gómez, industrial del Altozano, más todos los miembros de la citada Junta, solicitan la inclusión de Triana en el «Plan de Reformas» que se había aprobado. Se acepta la tan justificada solicitud.
(No le vendría mal a la Triana de hoy otra Junta de Defensa…).
Ángel Vela Nieto