Ayer, Triana, en mi tierra castellana de anchos pármos, recibí un beso en el fondo del alma, esos que reconfortan y calientan tu ánimo aterido de miedos. Mis ojos se llenaron de niebla y cencellada a partes iguales y volvió a resurgir la niña que duerme dentro de mí, la que se entusiasmaba con una chispa haciendo con ella fuegos artificiales. La que volaba con la imaginación cambiando el curso de la vida, aquella que se sorprendía con solo abrir una puerta.
El frío gélido se apretó a mi rostro hasta despertar esencias en medio del páramo dormido e inmaculado. El olfato gateó hasta las chimeneas de mis sentidos para traerme la vida suspendida en el blanco nácar de una visión. Volví a reiterar mi apego por esos inviernos de leña y fuego al calor del silencio, al mudo canto de la naturaleza cencellada cuyo cielo es el vaho de un misterio perlado.
Y llegó la danza y su música buscando alimento para seguir viviendo entre tanta crudeza donde el hielo tapona viandas y agua. Carboneros, petirrojos, estorninos, gorriones y muchos otros pajarillos de ciudad alzaban el vuelo a unísono bailado bajo un cielo de gris empolvado. Requiebros en zigzag, estallando su trino para posarse en la tierra aterida y glacial y volver alzar el vuelo una y otra vez buscando el fruto que no hallan.
Me sentí pequeña, me sentí rica, me sentí todo, me sentí nada, pero aún así, contemplé, palpé, me conmoví, percibí con mis ojos la belleza de un invierno y las sensaciones, por fin, me besaron en el alma.
MªÁngeles Cantalapiedra, escritora
“La nieve y el hielo están provocando la muerte de miles de aves urbanas. Con las aceras heladas y los parques cubiertos de nieve o cencellada se hace difícil encontrar alimento. Por eso es tan oportuno echarles una mano para que puedan sobrevivir en estos días. Una tarea que resulta muy sencilla: basta con disponer de un pequeño espacio en el jardín, la terraza, el balcón o incluso en el alféizar de la ventana, para ofrecerles alimento. disponer de agua y cacahuetes, manzanas, membrillos, uvas o ciruelas. Si vamos aportando regularmente alimento lograremos dos cosas: ayudarles a ellos y disfrutar nosotros de su presencia en libertad, que es como se debe admirar a las aves silvestres en vez de enjaulándolas”
©La vida secreta de las mariposas ©Un lugar al que llegar ©Largas tardes de azul ©Al otro lado del tiempo ©Mujeres descosidas ©Sevilla… Gymnopédies.
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