Versos a la Reina y Madre de Triana

Un día más un cofrade con letras mayúsculas, nuestro querido Antonio Vázquez Bayón vuelve a rozarnos el alma con su delicada prosa. Esta vez nuestro gran cofrade ha elegido una hermosa historia entre una madre gitana que limpia con un pañuelo perfumado de esperanza el rostro de su hijo tres veces caídos, y el escenario es nada menos que nuestro barrio de Triana

 

CUATRO SIGLOS, LEVANTANDO A CRISTO, CON ESPERANZA…

No era aquel Lunes, pero lo parecía. No era el tiempo que hacía por aquellas fechas pero había tornado todo en igual forma como un sueño, hasta las golondrinas lo piaban de una teja a la otra..¿es que se ha adelantado los tiempos de la reserva y la oración de preparación para las fiestas de Pasión?
un murmullo se había levantado entre los callejones del viejo arrabal trianero; ya presenciaba que en el barrio olía fiesta… y no era ninguna mentira.
Cuatro veces había aclamado el barrio la centena desde que una tarde, una humilde mujer de tez morena andaba angustiada por las calles aledañas a su Casa aguardando la espera de su Hijo que no regrasaba, mas un ángel desde el cielo le dijo »¡Sígueme, oh Dulce Doncella! Tu Hijo se ha caído; un centurión a caballo le muestra el camino hasta tus plantas, mas ya no puede con el peso del madero, ha venido ayudarle un tal Simón al que le llaman »el Cirineo», ya no puede más oh gran Dama¡Apresura, dale tu maternal fuerza!»
Sin demorarse un momento, por aquella calle donde más onda fue su Amargura, allí lo encontró cansado y dolorido pues la piernas le cesaban, y por su rostro sangre derramada que al sol brillaba como el color de la cava.
Y aquella joven gitana, con firmeza se acercó hasta el fruto bendito de sus entrañas, se arrodilló ante Él y extendiendo su Mano en la que colgaba un pañuelo, lo consolaba diciendo…»Toma mi Niño, no desistas, ya falta muy poco pues ya queda menos para que llegue a Casa. Toma lucero mío, coge este pañuelo para secar tus heridas y llagas, toma mi mano y levanta… quiero ser tu ESPERANZA…
Y dicen que la gente al ver aquel emotivo encuentro, jamás quisieron que la Madre no lo acompañara. Y es por eso, que aquel primer día de la última semana de los difuntos, todos sus hijos quisieran una vez más después de cuatrocientos años reafirmar su promesa, pero como la bella Madre no podía sola le pidió a sus marineros que su »Patrón» lo elevaran, y a Ella que siempre la tuvieran cerca no fuera a caerse de repente y no se diera cuenta.
Mas Ella sabía de sobra, que el Señor jamás volvería a tocar el suelo puesto que sus niños trianeros lo elevarían donde fuera… ¡hasta el mismo Cielo!
Y pasearon por aquellas callejuelas que hacía tantos años que no recordaban el aroma de la Esperanza… vivencias, sentimientos, lágrimas y todo bajo un silencio sólo roto por el asombro al ver que san Pedro hizo junto con los ángelitos llover pétalos de rosa del Cielo sobre la que es Flor de las flores en el firmamento.
Y no fueron solos en ningún momento pues detrás al igual que aquel Cirineo, el barrio ayudaba a su Padre, y detrás de Ella, un manto bordado de suspiros entre los encajes.
Como el tiempo de una inspiración volvieron a su calle, y los recibieron como merecían pues son los más antiguos de ese bendito valle.
Al fin, posaron sus pies dentro de la Morada, algo cansados pero felices… habían vuelto a estar entre los suyos como tanto les gusta hacerlo, habían estado en su reino… Triana.

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 Cuatro los siglos,
que llevan a nuestra vera,
marcando el compás en el tiempo,
y haciendo vibrar esta tierra.
Tres veces siempre ha caído,
y otras tres fue levantado,
por Aquella que es eterna dulzura,
y en soledad te da la mano.
Que repiquen las campanas,
hoy está feliz la Patrona Santa Ana,
marineros levad anclas,
y suenen fuertes vuestras sirenas.
Que lo oiga el mundo entero,
el barrio cumplió su promesa,
sean cuatro o diez siglos,
y hasta la eternidad completa.
Porque ya han vuelto,
ya descansan en sublime corazón de peana,
los más viejos de Pureza,
¡EL ORGULLO DE TRIANA!
Antonio Vázquez Bayón
Manuel Canela Fraile

 







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