UNA BRUJA EN TRIANA

El mes de Noviembre supone, tradicionalmente,  una fecha señalaíta para estas cuestiones de magia, brujería, y difuntos.  Desde hace algunos años -muchos ya- sufre también, resignadamente, la imposición de fiestas y costumbres ajenas a nuestro pueblo, como el “jagüelin”. Deberíamos conocer la historia de estas mujeres. Siempre fueron injustamente castigadas, incluidas penas de muerte y terribles agonías en hogueras.

PERSECUSIÓN

Se las ha relacionado, históricamente, con la adoración a Satanás, con la alquimia y la preparación de filtros y remedios que vendían a los más crédulos. Otras señas de identidad, serían gatos negros, escobas voladoras y verrugas en la nariz. Aunque al parecer, se trata de una tradición no extinguida aún, de origen celtíbero y que algunas mujeres practicaban en secreto. El siglo XVII fue especialmente virulento para ellas, y señaló unas fechas de terror y persecución sin precedentes.

MÁGICA TRIANA

Nuestra bruja trianera, afortunadamente, no vivió esas épocas de caza y castigo.  Fue detenida, no obstante,  aunque suponemos que saldría libre y sin cargos a principios del XX. Esta es la reseña periodística de 1908.

UNA BRUJA EN LA CALLE EVANGELISTA

Se llamaba Belén Godoy Caamaño y rondaba los cuarenta. Curiosamente, el periodista la califica de “vieja”. Vivía en ese año en la calle Evangelista, 27, número de entonces. Se la tacha también de embaucadora, y hechicera,  y podemos adivinar por qué. La difamación y la envidia, posiblemente, harían el resto. Si la superstición fuera un delito, no me imagino la cantidad de personas que pasarían por comisaria, incluyendo nuestros días. Ella no vendía drogas ni narcóticos. Los ungüentos sirven para aliviar dolores y sufrimiento en una época en la que no se habían inventado el paracetamol ni el ibuprofeno. Como curandera, vendía felicidad. Como hechicera, facilitaba los amores. Como médium, hallaba objetos perdidos aunque para ello necesitara a una “sonámbula”. Aparte de hacerle la competencia a Don Aurelio, ¿Dónde está el delito?

SI ALGUNA VEZ TUVIERA EL MAL DE AMORES…

El caso es que, requerida para efectuar un «amarre», algo salió mal. Un remedio que una trianera, Carmen, le pidió para su novio, le sentó mal al mismo. En lugar de despertar en el joven, un tal J. Q. la vehemencia del amor hacia ella, enfermó, quedando casi idiota.  Belén debió tener fama en Triana de ser una buena curalotodo. Así que la propia familia del novio, ignorante del hecho, recurrió a ella para invertir el efecto de la toma. Pero el incauto no mejoró con la nueva receta. Su gente decidió denunciar a la bruja y a la novia. La madre de Carmen también fue detenida.

Por las declaraciones de una de las detenidas, Belén llevó a Carmen al cementerio, durante tres noches. Allí, ambas con el pelo suelto, recogieron tres puñados de tierra. Luego, sin ser vistas, los arrojaron a la puerta del novio, para su mejor conquista.

UNA MUJER, UNA VIDA

Una mala tarde la tiene cualquiera. Evidentemente, debió ser una mujer con una personalidad apasionante. Sólo con un par de reseñas se puede fabricar toda una novela alrededor de su existencia. Pudiera resultar que tras una investigación ardua, se podría montar toda una historia, novela o guión de resultados increíbles. Belén era procedente de Palma de Río y tenía una hija llamada Josefa, según datos del padrón. Habitaba en Triana desde 1896, calle Alfarería, junto a un herrero de Ronda llamado José. En  1902, convivía en Evangelista con un expósito, Francisco de Jesús, de Algodonales. En su memoria y desagravio, valgan estas líneas.

 

Para mi hermana Mercedes, el embrujo de mi casa.

José Luis Tirado Fernández