VERANO

Mi querida Triana, ya llegó el verano…

Briznas del verano, estío azul y lavanda, verde en sus bordes y turquesa en su fondo.

No todos los veranos son iguales, aunque todos guarden similitudes.

Unos están salpimentados de mar, otros de tierra adentro.

Cuando añoro la mar, cierro los ojos y buceo en su espuma, en sus azules y escucho el rumor del viento, el oleaje al llegar a su orilla y el canto de mi gaviota clamando libertad.

Pero cuando levanto los párpados, mis pupilas descubren que navego por el mar castellano de inmensas llanuras y atardeceres con aroma a paja y la musicalidad de la chicharra.

Mis pies no se hunden en la arena, sino en césped mullido recién regado.

Noto en mis plantas el tibio roce de agua y tierra mientras descubro nubes que se esponjan como hogazas y, si miro más allá, el horizonte se ensancha de una dulce frambuesa.

En mi jardín, hay una pérgola para tardes perezosas y noches de verano donde la algarabía se concentra mezclando voces con verbo propio, risas y susurros y, en cuya penumbra, vas descubriendo la magia de la amistad, las miradas cómplices o furtivas, y aquello que dices con tus silencios.

Una pérgola para roces lisos y sin esquinas en cuyos extremos se enredan dos buganvillas que trepan hacia un techo roto. En primavera se cayó sobre él un trozo de tronco grueso y la techumbre cedió.

La otra noche, lucía un encanto en su esencia decrépita pues un trozo de cielo se colaba en nuestra cena, nadie parecía haber reparado en ese techo troceado de cielo y paja. Eché la silla atrás para ver la imagen al completo y me sentí feliz de mi pérgola arrullando una escena veraniega mientras yo asimilaba emociones, tratando de gatear hacia las palabras y conformar un lenguaje que se acerque a la orilla de un lector.

No todos los veranos son iguales, aunque guarden similitudes. Todos vienen jalonados de sorpresas y sobresaltos, pero, también, de azules y lavandas, verdes en sus bordes, turquesas en su fondo y frambuesas en el horizonte.

Me gusta pensar en verano, sentir el frescor de su agua recorrer mi cuerpo, relajar mi cabeza atolondrada bajo una suave brisa oliendo a sal o tierra seca, escuchar la voz de amigos, de la familia, desgranando el día a día de un verano más en mi vida.

Triana bonita, ya llegó nuestro verano, ¡disfrutémoslo!, porque la vida es un instante, tan efímero e intenso como tú la quieras vivir. Pero, se cauta, no te olvides de las reglas de juego, distancia, mascarilla y lejos de aglomeraciones, por ti, por mí, por todos.

¡Hasta la semana que viene!

M Ángeles Cantalapiedra, escritora

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