Y NACIÓ EN LOS BRAZOS DE MI ESPERANZA

Mi querida Triana…

Una vez leí un artículo de Rosa Montero que decía que los escritores eran comerciantes que iban de feria en feria… Y es verdad. Igual que los deliciosos mercadillos en que igual se venden hortalizas, retales, ropa interior, bisutería o calzado, poetas, ensayistas y demás familia literaria venden su mercancía de sueños, palabras que llenan y vidas por estrenar.

Te sientas a esperar deseando que la gente repare en tu mercancía. Un amigo gitano/calé me contaba que la primera venta es bendita, te puede traer buena suerte para el resto de la jornada… Ayer miraba expectante quién sería esa primera persona que cogiera entre sus manos a la recién nacida de mis hijas y, Triana, no te lo vas a creer, porque para creer hay que tener fe en algo que no ves, solo lo sientes muy dentro y a mí me pasan cosas a las que llamo mágicas, otro nombre no puede tener… Antes de salir de casa me encomendé a mi Esperanza de Triana, era un día especial, salía a la venta mi nueva novela Oscuro deseo, y saliera como saliera, necesitaba estar bajo su abrigo de Madre.

Pues bien, Triana, una mujer menuda, con ojos de ratoncillo azul se paró, yo, muda y con sonrisa entrada en pánico, no me salían las palabras. Después de un rato que se me hizo largo y estrecho como una longaniza, levantó su rostro hacia mí y me habló. ¡Era sevillana y para más señas de Triana!… Así como te lo cuento; su nombre, Rocío.

Me entraron unas ganas de gatear entre los libros hasta llegar a ella y abrazarla…, no lo hice, guardé la compostura y la besé con la mirada.

¿Cómo me fue? Se agotó Oscuro deseo y desfilaron el resto de sus hermanas con la alegría que produce bailar unas sevillanas.

Hoy sigo mi Triana bonita en ese mercadillo de sueños por descubrir que se llama Feria del libro, pero no podía empezar nuestra cita dominical sin contártelo y, aunque los días a veces se nos tuerzan o no brillen como quisiéramos, siempre, siempre, antes de poner un pie en la calle, mirad de frente a nuestra Madre…, tendremos la mitad de camino recorrido.

¡Feliz semana, mis trianeros!

MªÁngeles Cantalapiedra, escritora