Aperitivo histórico sobre cómo nos vio uno de los viajeros del XIX.
Un inglés apellidado Standish, coleccionista de obras de arte, que anduvo bastante tiempo por Sevilla en el principio de la década de los 30, manda a sus compatriotas esta imagen de Triana:
«Se hacen grandes ventas de productos agrícolas y los vagabundos merodean navaja en mano, exigiendo tributos a los vendedores. Grupos de golfos tumbados al sol y jugando a las cartas traen a mi mente la fiel representación de los niños mendigos de Murillo».
No era sólo el arrabal, sino toda España la que le cayó antipática a un personaje que, pocos años después, volvió para rapiñar cuadros y esculturas productos de la desamortización de los bienes de la Iglesia. Entonces hasta llegaron a gustarle la fiesta de los toros.
Ángel Vela Nieto
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