PATRICIA Y FEKIR

– ¡Corre, ya empieza!-Patricia llega exhausta con las latas de cerveza debajo del brazo. Su equipo, el Betis, ha saltado al terreno de juego. Fekir no hace más que ladrar, un pastor belga, tan exaltado como su ama.
– Os vamos a dar una paliza, eso tenlo claro, ¿verdad, Rakitic?-Paco atusa a su perro, se llama Rakitic, y este responde con un movimiento eléctrico en su rabo; ellos son del Sevilla.

Paco agarra por los hombros a Patricia y la da un beso en el cuello. Ella se estremece, pues hay roces que aún la inquietan, pero confía en superar todas las barreras que crecieron a su alrededor desde los dieciséis años cuando conoció a Daniel, su torturador. Al principio fue genial, divertido, pero a los seis meses la cosa cambió. Primero una torta, un pellizco, cualquier cosa que dijera o hiciera Patricia era motivo de controversia. Ella se quedó embarazada, se casaron, dejó de estudiar, de salir a la calle, Daniel la quería solo para él. Vivían a expensas de la familia, eran dos críos. Él pasó por todo tipo de trabajos hasta que decidió que beber y meterse algo, era más fácil que aguantar que le dieran órdenes, y comenzaron las palizas. Patricia se volvió a quedar embarazada, bueno, fue violada por Daniel en una de sus múltiples borracheras, hasta que un día se personaron los padres de Patricia en su casa aprovechando que Daniel no estaba.

Encontraron a su hija hecha un despojo. Era incapaz de mirar a los ojos, temblaba, no soportaba que tocaran su cuerpo repleto de arañazos, de moratones. La casa abandonada, los niños sucios… El padre, lleno de ira, culpándose por haber permitido todo eso, cogió cuatro pertenencias, y salieron los cinco del piso, casi en clandestinidad. Después, llegó la denuncia, la orden de alejamiento, el divorcio, pero todo eso, a Daniel, lo único que le servía era para acosar aún más a Patricia.

Un día se fue con su padre y los niños a ver una demostración de canes adiestrados; los niños, encantados, y Patricia se acercó a un hombre que era el que parecía que dirigía aquella representación.
– Un perro de esos, ¿podría protegerme?-lo preguntó casi en un susurro. Ángel, la miró, y algo en sus interiores se le removió, sintió verdadera lástima por aquella muchacha totalmente devastada.
Y así comenzó la aventura de Ángel Mariscal. “Empezó a investigar qué tipo de perros podían realizar esta labor y cómo podía aflorar el instinto de protección en los animales. Dio a luz al Proyecto Pepo, canes para proteger a mujeres maltratadas”

Fekir, cada vez que oye la palabra “Gol” ladra y chupa la mano de su ama. Patricia le atusa con verdadera adoración. Gracias a él, se siente segura, vuelve a sonreír e, incluso, ha conocido a Paco y a su perro Rakitic. Van despacio, él sabe que la situación no es fácil, pues Patricia está aprendiendo a caminar por sí misma. La ha animado a que haga un curso de Técnico en Atención Sociosanitaria, y ella está encantada. Empieza a creer que después del maltrato hay vida.
– ¡Gollllllllllllllllllllllllllll!-grita Patricia.
– No, muñeca, el Var lo acaba de echar abajo-salta Paco muerto de risa.

¡Bonito domingo para todos mis trianeros!

MªÁngeles Cantalapiedra, escritora