Azotea de las delicias
que nuestra infancia cruzó;
mirador de los corrales,
pipas de melón al sol.
Quincalla de espejos nuevos
que a los sentidos engaña,
nostalgias que se quedaron
pendientes de la cucaña.
Calle del río,
novia de mis inquietudes,
amiga de mis suspiros.
Barquitas que por el agua
son como lienzos de azúcar;
nardos que flagela el viento
caminito de Sanlúcar.
Y a paso lento
se ven entre los geranios
serenos sus movimientos.
Mirada de ojos de niño,
dardos de esperanza blanca,
flecos de los mantoncillos
que asoman por la baranda.
¿Qué tiene el puente
que le disputa la torre
la orilla que tiene enfrente?
José Luis Tirado Fernández
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