A MI ESPERANZA

Mi querida Triana…

Los meses queman sus días, aunque el tiempo está loco. El verano, a la vuelta de la esquina, pero por estos pagos de Dios ha vuelto el invierno de chimenea y paraguas. Dicen que la nueva normalidad casi ya está aquí, pero mis anclas siguen varadas en recuerdos hermosos para ahuyentar tanto dolor y miedo pasados en estos meses en que nuestra vida se borró de un plumazo, y en el requiebro de mi mente siempre Ella llega a auxiliarme y mantenerme en la Esperanza que todo irá bien. Y yo la rezo, Triana mientras la veo en sus días más hermosos…

“Madre, ¿qué tienes hoy en esa carita de Esperanza?

Tus ojos me bailan y mi corazón se agranda.

Bajo tu palio, un deseo, tras tu mirada, el amor de una Madre y ante ti me arrodillo por cuánto amor me regalas.

Madre, hoy no es duelo lo que veo en tu rostro, sino algarabía hechizada.

Vas de fiesta, cruzas el puente mientras Triana suspira ya por tu vuelta.

Vestidita de Belmonte con tu manto de dragones bailando te van llevando más bella que ninguna, ahí va mi Señora, ahí va nuestra Madre.

Seis varales en cada costado con frondosas esquinas floreadas te señalan. Capullos, pimpollos, brotes de flor por doquier, de rosas y azucenas, gladiolos y calas, liliums y orquídeas, camelias y dendrobios… Un jardín para la Capitana, la más Marinera.

Leva anclas, que suene la música para la Reina de Triana y bailo contigo, Madre, la primera chicotá con Esperanza de Triana coroná.

A Sevilla te llevan, a jalear a la más hermosa, a la Madre de Dios.

Vas a Sevilla, ella te espera para rendirse a tus pies y mirarse en tus ojos de Madre serena, por siempre amorosa.

Marineros, salid a la calle, Madre ya está en ella, por Pureza y Altozano, Puente de Triana, Reyes Católicos, Santo Ángel, Velázquez, Tetuán, Placentines, Alemanes y Puerta de Palos… Que tañen y repiquen las campanas para Triana y Sevilla entera.

Suave incienso te perfuma caminando por Sevilla, la catedral te espera y yo, desde la distancia que nos une, beso por donde Tú vas.

Vuelve, vuelve pronto, Triana queda muda con su Madre en la lontananza…”

Ya ves, Triana bonita, así rezo yo a nuestra Madre de Esperanza plena recordando días de abundancia en nuestras vidas, aunque nos hayan quitado hasta un Corpus por un maldito virus.

¡Cuídate mucho, Triana! En nada, las fronteras se abren y nuestros cuerpos de alguna manera se abrazarán, sellarán una vez más el cariño que te profeso.

M Ángeles Cantalapiedra, escritora

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