AYER TE RECORDÉ

Triana

Mi querida Triana, ayer te recordé en lo más hondo de mi corazón…

Cuando la vida era otra y nos movíamos de aquí para allá, cuando nos creíamos indestructibles y pintábamos futuros en el aire, sonreíamos sin miedo y pensábamos no tener límites, ¿te acuerdas Triana?, de cada lugar uno se llevaba una flor, un paisaje, una voz, una lágrima, una experiencia, una carcajada, un recuerdo…

Ayer mientras aprendía de flores liofilizadas entre rosas dolomitas, alelíes, y miroclaudios…, en que adornan a nuestra Esperanza Trianera, me acordé de un muchacho que conocí en un bello y divertido lugar. Recalé allí con el afán de aprender a escribir.

Era un lugar mágico, una bomba de relojería, un cajón de sastre, donde se reunían los más locos escritores hispanoamericanos; era el perfecto manicomio de las letras abanderado por seres mitológicos enamorados del verso y la prosa.

Aquel espacio era como caminar por las nubes entre destellos, nubarrones, tormentas, rayos y centellas, eclipses lunares y soles mutantes, pero jamás un enclave tranquilo y reposado, sino un continuo “Brianstorming”, tormentas de ideas pasando por encima de las cabezas de unos y de otros, agachándote para que el puñetazo de uno no cayera en tu mejilla, o el exabrupto más brutal no dañara a tu intelecto.

De aquel rincón asombroso y hechicero, me llevé las mejores carcajadas, los complejos más absurdos, los disfraces más logrados y mis primeras letras tartamudas, unas veces escritas en clave de mujer y otras vestida de hombre. Recuerdo que me llamaron maricón y que una mujer se enamoró del travieso Daniel que era yo. O, entre otras lindezas me dijeron que con mis letras no prendería ni una triste fogata…

Y de ese mundo fantástico, mí bonita Triana, también me llevé a aquel muchacho de mirada triste y letra suave, y que un día osé a preguntarle “¿De dónde eres?” Y él me respondió “De la República independiente de Triana”

Ayer recordé, recordé, Triana, de dónde vengo, mientras hoy intuyo a donde voy. Es bueno recordar, más, en momentos aciagos y adversos como los que estamos viviendo. Es importante enfrascarse en aquello que te motivaba elevándote a soñar. Por eso ahora aprendo y visualizo las flores que acompañan a nuestra Esperanza en días de mayor esplendor cuando, Triana, orgullosa, mostraba al mundo sus raíces, su fe, su idiosincrasia, ese carácter y personalidad que te hacen única y que, por muchas pandemias que vengan, ni has de olvidar y mimar a fuego para que sigan vivas en nuestros corazones.

¡Buen domingo mis trianeros!!!

Ángeles Cantalapiedra, escritora

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