El estudio del flamenco

No sé porqué me busco enemigos cuando ellos se arriman solos. Diré lo que pienso, sin más. Que me convenza aquel que tenga mejores argumentos.

FLAMENCO E INVESTIGACIÓN

                Desde hace ya algunos años, el flamenco asimila una cantidad ingente de licenciados universitarios –antropólogos, historiadores, musicólogos, sociólogos, etc.- que se dedican al análisis, estudio, la clasificación y el rigor histórico dentro de nuestro arte. Sin problemas.

                También disponemos de tecnócratas expertos en dirección de eventos, exposiciones, conciertos, recitales, bolos, etc. a los que las instituciones, asociaciones u organizaciones  que se dedican a estos menesteres confían su crédito. Sin problemas.

                Visito, leo, comparto y admiro profundamente páginas de investigadores e historiadores como son los Barberán, Osuna, Bohórquez y algunas otras más, y perdón por las omisiones.  Dentro de ellas he aprendido cosas que ignoraba y me he sorprendido por algunos de sus postulados, refrescantes e instructivos, y la cantidad de datos biográficos e históricos  que en las mismas se ofrecen. Aunque alguno de ellos raye en la tontería defendiendo la búsqueda inasequible de la verdad – digo yo que derramando hasta la última gota de sangre-, suele ser gente muy correcta, educada y a veces, verdaderos virtuosos de la guitarra, aunque ignoro si alguno de ellos canta o baila. Sin problemas.

                Vamos que nos vamos. El matiz, sin ningún tipo de mordacidad, envidias, complejos o cualquier otro tipo de actitudes negativas, viene dado no por la duda que me crea la importancia –es verdad que me parece muy importante- de toda esta industria, sino por el equilibrio que según mi criterio ocupa o debe ocupar dentro del flamenco. Nos estamos convenciendo, o nos hemos convencido ya, de que lo importante son las fechas o el lugar de nacimiento de los artistas, su vida particular y sus andanzas no relativas al arte, y no su obra. Además, como nos hemos dejado convencer de la importancia del origen de los cantes antes que del disfrute de su audición, pues no hay disputa.

                Algo parecido sucede en el mundo cofrade, donde los estudios y elucubraciones sobre la autoría de un crucificado es más relevante que la devoción que provoca contemplarlo. Ahí hay más leña que cortar, además manejan documentos en los archivos de hermandades que tienen más de cuatrocientos años. Desde Blas Vega, a Ríos, a Molina y Mairena, a todos, a todos… y vuelvo a pedir perdón por las omisiones, hicieron aportaciones de gran valor, pero el flamenco estaba ahí cuando ellos llegaron a investigarlo. Y eso, mejor o peor antes de su concurso –el de los investigadores-  lo edificaron los artistas; sin ellos, no hay color. Les remito al lema de mi blog:  “El flamenco es un arte y pertenece a los artistas. Lo demás, es un exudado de su propia condición.” Porque si se extinguieran los estudiosos, el flamenco seguiría adelante; el flamenco morirá cuando no haya artistas.

                Que se carcajeen de Lorca o Falla con su milonga del duende, o que se meen en la razón incorpórea de Mairena, con quien comparto muy poco, a mí me la pela. Ellos eran genios. Los otros, estudiosos. Aquí debe sonar ya la campana y avisar de que lo esencial en el flamenco es invisible a la ciencia, que permanecerá eternamente el componente sentimental, que conforma un porcentaje muy importante dentro de este arte, y que las demostraciones más relevantes que podemos disfrutar provienen de núcleos familiares en barrios humildes. Ya saben ustedes, ¿para qué lo voy a repetir? Esto se mama… Hay que nacer… Esto hay que vivirlo… Pues… eso.

                Aunque el flamenco, por su tremenda difusión universal (Unesco dixit) necesita una cantidad elevada de artistas –eso provoca una bajada de calidad media evidente-, para dar cobertura a la demanda existente. Países como Japón, desde hace años, Estados Unidos y hasta Israel organizan espectáculos de flamenco por un tubo y eso ha favorecido la eclosión de Academias en las que se forman artistas que en su entorno natural han tenido poco o nulo contacto con el ambiente. Excelentemente preparados, pero algunos no saben cómo se vive esto.

                Me resulta muy difícil construir en papel – o, como en este caso un soporte incorpóreo- estos pensamientos y lograr que nadie se de por aludido o se moleste, pero no lo hago con ninguna intención, sólo intento plasmar mi opinión de aficionado, porque me declaro un ignorante en esto del flamenco.

                Se utilizan clisés y palabras manidas para charlar de flamenco, se reutilizan palabras como duende, pellizco, alma, eco, y sobre todo sentimiento, aunque ya no sirve decir que el cante hay que sentirlo; eso es el topicazo modelo. El cante lo tiene que sentir el que lo escucha, y emocionarse. Entonces, el artista ha triunfado.

APARTADO DE ALUSIONES

                No me preocupa que me llamen purista, ni me molesta. Si lo fuera, es posible que me molestara, pero creo que esto es un tren en marcha y que si no se quedó en las épocas de esplendor, ya que se crearon cosas nuevas luego, tampoco se va a quedar en esta. Los trotskistas propugnan la revolución permanente. Nosotros debemos creer en la creación artística permanente, y mirar hacia delante.

José Luis Tirado

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