MI TRIANA DE AZAHAR

Mi querida Triana… Me he despertado con el resoplón de mi amigo Jesús Daza diciendo “Ojú, cómo huele mi barrio” Y un pellizco, un latigazo, desde la distancia que no separa, azotó mis entrañas. Desplegué mis alas, alcé el vuelo a oler tu piel de nácar, mi Triana. Para llegar junto a ti lo antes posible, antes que ojos forasteros goloseen con su mirar tan blanca belleza.

Cerca de mi Esperanza más viva, hay una plaza chica, apretá en su cintura, recoleta su figura, íntima en su esencia, que apremia a mis sentidos cada vez que llego a ella. La he conocido en todas sus versiones. Desnuda y solitaria en días de lluvia. Silente bajo un sol meloso en horas de otoño. Algarabía pura cuando llegan los traslados a Santa Ana. Repleta de dejes extraños, acentos traducidos a miles de idiomas, cuando las hordas turisteas invaden su fachada. Y cuando el repique de la primavera anuncia con desdén y altanería que el azahar ya se presiente.

Hay fechas en el calendario que son ceremonia, culto y rito, mi Triana, tú más que nadie lo sabe, y no es más y nada menos que la llegada del azahar. Una liturgia especial y concreta que recorre almas y calles. Conmovedor hecho, íntimo y sencillo como es este barrio. Un vademécum de sensaciones que se adhiere a tu olfato como preludio de días venideros en los que tú, Triana mía, darás lo mejor y más jocoso de tu fe.

Farolillo perfumado de primavera, almanaque en fiesta, antesala de lo más grande que está por llegar. Ajustado al tiempo, fiel a sí mismo, blanco y aterciopelado sus diminutos pétalos… Lloro cuando llego tarde y su cuerpo ya descansa a la vera de su naranjo.

Esa placita chica, recoleta e íntima en mis sentidos, Santa Ana es su nombre que huele a todas mis primaveras pasadas junto a ti, Triana bonita. Rodeada de naranjos, cuando arriba el azahar, se convierten en ángeles blancos en descanso temporal en una rama, columpiándose al sol de mi barrio, llamado Triana.

Azahar, de nívea blancura que su perfume embriaga tus sentidos camuflados de tanto invierno y, que ahora, despierta la vida que renace allá dentro de tu persona.

Así que, mi Triana, cuando Jesús ha vociferado con alegría que tú, entre tus muchas facetas de modesta, aunque regia, de sencilla, aunque vanidosa y orgullosa de tu belleza, te has vestido de blanco y has perfumado tu esencia, desde la Castilla recogida y cuaresmal he volado a tu vera a envolverme de vida como tú solo lo sabes hacer.

M Ángeles Cantalapiedra, escritora
©Un lugar al que llegar ©Largas tardes de azul ©Al otro lado del tiempo ©Mujeres descosidas ©Sevilla…Gymnopédies