Rocío por Santiago Jarén

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En estos tiempos en los que nuestro mayor motor es la Fe ante la ausencia de la moral en la vida cotidiana solo cabe refugiarse en la oración.

Con una nueva venida del Espíritu Santo, a una pequeña aldea todo tipo de peregrinos acompañados de sus carretas, acuden a postrarse a la blanca paloma, aguardando ese nuevo lunes del que cantan las sevillanas “salten la reja los almonteños, que acaba la madrugá”

No hay otra como tú, no existe mayor adoración que la que el mundo entero te da, si hasta el mismísimo S. Juan Pablo II te vino a rezar, tu venida es la que espero tras mi camino por las arenas, para contemplar la frescura de tu rostro, y cantas a coro una salve a tu gloria.

Recuerdo a todos aquellos que dicen que no son participes de esta hermosa tradición, por todos ellos que de espíritu se encuentren vacío.

Nunca de ellos te olvides, porque sé que cuando te miren será su madre la que contemple, y entonces sabrán del misterio que oculta tu mirada, y de gozo se llenaran por encontrar en su camino, a la Virgen del Rocio

Santiago Jarén Vázquez

Manuel Canela Fraile

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