Triana, 1892.
Agua de inundación, agua de bautismo…
Es el año del Cuarto Centenario del Descubrimiento de América y la ciudad lo celebra como puede. Nada que ver con la de un siglo después que con tantos prejuicios no se llegó a saber qué se celebraba exactamente.
El Guadalquivir quiso quedarse por unos días sobre Sevilla para ver cómo resultaba tan magna efemérides. Para Triana fue devastadora la inundación de este año, y en las fotos aparecen un Altozano y una calle San Jacinto de pánico. Y con Triana arriada nace en la calle Feria algo más que un torero, hijo de un humilde quincallero, quien por trasladar su puesto y su familia a este lado del puente, disfrutó de la gloria del que sería motejado como «El Pasmo de Triana».
Ángel Vela Nieto
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