EL BERRINCHE DE UN TRANVÍA

El Titanic se había hundido hacía dieciocho días. En este caso, los trianeros tuvimos más suerte, ya que no hubo esa cantidad de fallecidos. Sólo uno, como veremos más adelante, aunque fueron veintiuno los heridos. La tarde del jueves dos de mayo de 1912, un tranvía descarriló viniendo del puente y al girar hacia San Jorge, casi entra en una taberna que entonces existía allí, llamada “Berrinche”. El diario Sevilla informaba el viernes 3, con dos reseñas. Una, más amplia.

Extraño suceso el de Don Francisco Sala Pastor, que viajaba en la plataforma y viéndoselas venir, se arrojó del tranvía en pleno Altozano, sufriendo lesiones. Se levantó y se fue andando, suponemos, hasta la plaza de San Francisco, para que le atendieran. ¿Por qué no fue a la casa de Socorro de Triana, que estaba más cerca?

LOS DOS PATITOS

En principio se culpó del accidente al conductor del tranvía, Mariano Medina Raso, aunque no se confirma el hecho en el Diario de Sevilla del día siguiente. En sus declaraciones, argumentaba que falló el freno y que dada la velocidad adquirida al bajar el puente, no pudo controlar la dirección que debió seguir el tranvía. Gritó al cobrador, Enrique Casares Pérez,  por si podía desenganchar la conexión al cable de la corriente, pero tampoco fue posible. En la prensa madrileña, tuvo repercusión.

1912 3 MAYO La Correspondencia de España

BERRINCHE

Se trata de un novillero hasta ahora no identificado, ya que hasta tres “Berrinches” constan en las enciclopedias taurinas, entre torero, banderillero y picador. Este que nos ocupa, dueño del negocio y a quien D. Ángel Vela nombra como José Sánchez, aunque resulta imposible su datación más allá de un José Sánchez que en 1913 habitaba en Altozano 14, o esta reseña de “The kon leche”, una revista taurina de lo más surrealista.

 

ILUSTRES HERIDOS

Entre los heridos en el accidente se encontraban dos nietas del Fillo, Aurora Bermúdez Ortega, Aguasanta Bermúdez Ortega y su marido, José Lérida Moreno; Ángel Rodríguez Ortiz y Ángel  Rodríguez Garrido, padre e hijo de la calle Castilla; un guardia civil, Antonio de Coll Pérez, y hasta un concejal, D. Manuel Montero Asquith.

El cobrador, Enrique Casares Pérez, también herido, fue atendido en la casa de Socorro de Triana. Aparece en la siguiente foto, rodeado de gente. Suponemos que en aquella época las curaciones debían de ser públicas…

Debieron asomarse, al escuchar el estruendo, Don Enrique Murillo Herrera, a la puerta de su farmacia, en esas fechas numerada con el ocho, o Don Rafael Belmonte Peña, un tío del Pasmo de Triana que vivia en el número nueve.

Hubo un fallecido, a los quince días del accidente, días según reseña del Diario La Vanguardia, Rafael Casañas Diaz, según padrones, vecino de la calle San Jacinto, que dejó viuda y siete hijos.

 

José Luis Tirado Fernández