
Por: Carlos Valera Real
Todo es distinto en Triana… hasta Los Reyes Magos
Cuando uno cree que lo ha visto todo… pero no es verdad, nunca había asistido al rito único y diferente de la coronación de la Estrella de la Ilusión Trianera y la de sus Majestades los Reyes Magos de Oriente.
Todo es increíble en Triana, las noticias corren como pólvora elevándose a los cielos y es llamada a todos sus vecinos para salir al encuentro de cualquier cosa que se proclame.
El día tres no podía ser menos, El Heraldo Real en la calle Castilla buscaba las cartas de los niños y la nostálgica sonrisa de los abuelos… Y al final confluencia de Pureza con la Real Parroquia de Santa Ana… y una algarabía de beduinos sorteando el pentagrama único de las corcheas por sus calles.
La catedral de Triana, a las seis y media, abrió sus puertas y esa gran cola de trianeros que esperaban, pasaron tomaron asientos y esperaron la llegada del Heraldo, todo estaba preparado. El colorido, la aparente sencillez del acto, su cercanía y su complicidad con los asistentes se notaba en el ambiente, porque Triana sabe hacer las cosas de otra manera y que el Distrito pone a todo a punto, la tarde parecía Viernes Madrugá, Pages del Corro, Castilla y Pureza, estaban a rebosar de globos, miradas únicas y a veces miedo a la llegada de ese hombre negro que a caballo recogía cartas de los niños Trianeros.
Y es que los magos de Oriente, llegan desde la espalda del aljarafe buscando la Salud para los enfermos, se para ante la Madre del Cachorro y se traen romero y Patrocinio para nuestras almas, buscan en Castilla en su joroba divina, los ojos únicos de una Madre que se hace exclamación perfecta para nuestras dudas, le piden al altozano, suavidad para no caer Tres veces, buscan el revuelo de la estatua de Jesús Gavira, que espera la hora exacta para bailar por soleá los cuartos del reloj que da las horas de Triana, bajo el magistral toque del maestro Ricardo Miño, y el baile de los duendes, cuando nadie los ve se hace revuelo de volantes de Pepa Montes. Más adelante los Reyes de paran ante los dulces ojos de la niña marinera, compás de mareas y mesanas, arquitecta universal y corredentora… y se traen toda la Esperanza para repartirlas en los comedores sociales del barrio, en los asilos y el resto entre todos sus hijos, para ser Victoria y Pastora, Rosario y sendero de vida… Pero para llegar, necesitan una luz que los guíe… y no puede ser otra que ante su pena se convierte en faro, luz, azogue y Estrella de los Reyes Magos.
Una luz en el cielo brilla,
Y Triana se estremece,
El Puente busca su orilla
Mientras el niño se mece
Jugando con las barquillas.
Que no hay que salir de Triana…
Que aquí viven los duendes
Con ojos color de cielo
Que se vuelven caramelos
Para los Magos de Oriente.
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